"Un sofá blanco es un clásico: no pasa de moda, ayuda a aligerar el peso visual del sofá y no condiciona la decoración. Pero es delicado, piensa que el simple tacto con la ropa de calle puede mancharlo fácilmente. Una alternativa, también luminosa, pero más sufrida, es un beige, un topo suave o un leche con café, que sería el tono resultante de una tapicería mezcla de lino y algodón. Los sofás oscuros se ven más voluminosos, porque se marca más su forma".
Sofá, de Atemporal. Mesas tronco, de I Make Objects. Alfombra, de IKEA. Butaca Butterfly, de Casamitjana. Lámparas, de TMM Floor y cesta, en Punto de Luz.