¡Cuántas veces en mi vida he terminado una agotadora jornada de trabajo metida en la bañera rodeada de espuma! Con la sequía que atenaza el país, he aprendido que el agua no es un recurso inagotable. Mi conciencia eco se ha disparado a la misma velocidad que los pantanos vacíos.
Y para no caer en la tentación, he sustituido la bañera por una ducha. Los baños son igual de reparadores, gasto menos agua, el Planeta me lo agradece y... ¡Querrás creer que mi baño parece más grande!