Si eres amante de las plantas y tienes una amplia colección verde en casa, sabrás que para que luzcan bonitas y saludables es necesario darles unos cuidados básicos, como buenos seres vivos que son. Uno de esos cuidados que requieren, y que más respeto nos da, para su bienestar y buena prosperidad es el riego. ¿Y por qué regar nuestras plantas nos da tanto respeto? Porque nunca sabemos si les hemos echado una cantidad suficiente de agua o no.

Por lo general, muchas personas creen que pasarse con el riego puede encharcar sus plantas y, como consiguiente, pudrir sus raíces. Por este motivo, riegan con miedo y les echan menos agua de la necesaria, un grave error tal como nos enseñará la experta en plantas y ambientóloga Marta Rosique. Un adelanto: la clave no está en la cantidad de agua de cada riego, sino en la frecuencia con la que se riega y en si el sustrato drena correctamente o no.

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El gran error de regar las plantas con poca agua

“Me da miedo regarla de más porque siempre se me pudre” o “yo la riego muy poquito”, son las dos frases que la ambientóloga y divulgadora botánica, Marta Rosique, ha escuchado más veces a lo largo de su carrera profesional. Y es que nos da pánico echar demasiada agua a nuestras plantas y que, por nuestra culpa, sus raíces se pudran, de ahí que solo le pongamos un chorrito por si acaso.

Para traernos un poco de luz y calma, la experta en plantas nos dice que “tranquila, la pudrición de raíces no es por echarles mucha agua durante el riego, es por la frecuencia.” Además, Marta añade que “os aseguro que los encharcamientos tienen más que ver con el espaciado de los riegos (o con sustratos que retienen mucha agua durante mucho tiempo) que con la cantidad de agua en cada uno de ellos.”

 

El problema de los riegos superficiales

“A ver, yo sé que muchísimas veces regamos con poquita cantidad de agua por miedo a encharcar las raíces, pero los riegos superficiales no son beneficiosos," especifica Marta. Por riegos superficiales la experta se refiere a que, cuando regamos con tan poca agua, lo único que hacemos es humedecer e hidratar la capa superior del sustrato, dejando zonas secas en el fondo o en los laterales. 

“Además, estos riegos superficiales ocasionan que el desarrollo de las raíces no sea homogéneo por todo el recipiente y que precisamente se concentre en la parte superior que es la que antes se seca,” sigue explicando la ambientóloga. De esta forma, lo que favorecemos es el desarrollo en una zona que va a tener muchos vaivenes de riego, lo que a su vez provoca que la planta sufra con más facilidad.

No tengas miedo a regar tus plantas con una buena cantidad de agua

No tengas miedo a regar tus plantas con una buena cantidad de agua

@planteaenverde

Cómo debe ser un buen riego

“Un buen riego debe hidratar todo el volumen de sustrato de manera uniforme, para asegurarnos de que el desarrollo de las raíces sea saludable, homogéneo y profundo sin dejar parches secos que puedan dañar su desarrollo,” sigue detallando Rosique. “Y no te preocupes porque la planta no se va a encharcar, lo que sí que es importante es que, al cabo de un rato, te asegures de que no queda agua en el cubremacetas o en el plato para que no se quede con los pies mojados,” apunta la experta.

Además, también es importante que nos aseguremos de regar la planta única y exclusivamente cuando su sustrato se haya secado por completo. Para comprobarlo, Marta nos sugiere que hagamos lo siguiente: “introduce un palito dentro del sustrato: si sale con restos de sustrato o sucio, es que todavía tenemos que esperar para regarla.”

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