En el mundo de las plantas de interior, pocas tienen el encanto y la paciencia de las hoyas. Estas joyas botánicas, con sus flores en forma de estrella y su aire exótico, se han convertido en una de las favoritas de quienes buscan color y vida en el hogar. Pero, como bien explica Marta Rosique (@plantaenverde) - experta en jardinería y divulgadora en redes sociales -, su secreto está en mucho más que el riego y la tierra adecuada.
En uno de sus vídeos de Instagram, Marta compartió una afirmación contundente sobre esta planta: "Las hoyas son de las pocas plantas que florecen a gusto en interior en primavera". Pero no solo eso. Sus consejos van más allá de lo evidente y apuntan a claves poco conocidas para lograr que estas plantas florezcan en todo su esplendor dentro de casa.
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Florecer con paciencia (y conocimiento)
La floración de una hoya no es inmediata. Puede tardar años en aparecer, pero cuando lo hace, es un espectáculo digno de admirar. Sus flores nacen siempre del mismo punto: los pedúnculos florales, una especie de pequeña base leñosa que no debe eliminarse. "¿Sabías que sus flores nacen siempre del mismo sitio? Por eso no hay que cortar los pedúnculos si quieren que vuelvan a florecer", advierte Rosique. Un error común es confundirlos con restos secos y eliminarlos, truncando así futuras floraciones.
Las hoyas florecen, habitualmente, entre finales de primavera y principios de verano. Aunque pueden sobrevivir en condiciones de poca luz, Marta recalca una verdad fundamental. "Para florecer necesitan luz abundante". Rayos de sol suaves por la mañana y estar cerca de una ventana pueden marcar la diferencia entre una planta simplemente verde y una que se llena de flores.
Luz, raíces y pedúnculos: el trío esencial
Pixabay
El mito de que las hoyas "florecen mejor cuando están apretadas" tiene algo de verdad, aunque conviene matizar. Lo que sucede es que una hoya que ha colonizado completamente su maceta suele tener un sistema radicular más estable y una parte aérea más madura, condiciones que favorecen la floración. Además, un leve estrés - como el confinamiento de raíces - puede actuar como disparador en plantas epífitas como las hoyas.
A pesar de su apariencia sofisticada, las hoyas no son difíciles de conseguir ni de cuidar. Su exotismo es engañoso: están al alcance de cualquier apasionado de las plantas que tenga un rincón luminoso y algo de paciencia. Como concluye Marta Rosique, "son una de las poquitas que se animan a florecer dentro de casa, y cuando lo hacen, es pura celebración".
Aun así, la luz, la edad de la planta, el respeto por los pedúnculos y una nutrición adecuada, son factores incluso más importantes. El equilibrio entre estos elementos es la verdadera clave del éxito. Así que si buscas una planta que te regale flores sorprendentes desde la comodidad del salón, apuesta por una hoya. Eso sí, trata bien a sus pedúnculos, ponla cerca de la ventana... y espera. La belleza, a veces, florece despacio.
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