En cuanto entras en ese cuarto vacío, la gran duda amenaza de inmediato: ¿qué hago con las paredes?, ¿las pinto o las empapelo?, ¿de qué color?, ¿con qué estampado? ¡Socorro! Antes de nada, coge aire, porque tomar la decisión te llevará un tiempo. Y es que no existe una premisa clara en la decoración de una habitación infantil, todo depende del estilo que quieras darle. No obstante, hay algunas claves que deberías tener en cuenta.
Para empezar, aléjate de los colores estridentes en las paredes, los bebés (al igual que los adultos) duermen mejor entre tonalidades suaves. Nuestra recomendación es que elijas un tono neutro que no te canse con el tiempo. Lo mismo ocurre con el papel pintado: si prefieres decantarte por esta opción, los patrones florales y botánicos son los que mejor funcionan porque son atemporales, siempre en los tonos suaves que ya mencionamos. Piensa que los bebés crecen muy rápido, y poco a poco tendrás que ir adaptando su habitación sin que ello signifique cambiar la decoración desde cero.