Vestidores

Otro abrigo que abulta mucho en tu armario y que nunca (nunca) te has puesto. A parte de su evidente valor sentimental no merece la pena que guardes un abrigo que sabes, de sobra, que no te vas a poner. Una idea: hay empresas que transforman los abrigos de piel en mantas.

Si tienes chaquetas de un solo uso, como un anorak para ir a esquiar que te has puesto una vez, lo mejor es que no lo guardes más. Sobre todo, si el esquí no es lo tuyo y vives en una zona donde la nieve brilla por su ausencia. Si hace más de 10 años que no te lo has puesto ese anorak, ya no lo harás. Si lo hicieras, además, se vería pasado de moda. Para una vez puntual que vayas a esquiar le puedes pedir el equipo a una amiga o alquilarlo. 

Las cazadoras tejanas son otro clásico que no puede faltar en tu armario. Pero una cosa es tener varias: una azul claro, otra más oscura y hasta una negra. Pero no guardar todas y cada una de las chaquetas tejanas que has tenido a lo largo de tu vida. Hay temporadas que se llevan más largas, otras más cortas, en ocasiones más desgastadas... Por eso, si tus 'tejanas' son de hace muchos años, se notará. Despídete de ellas y gana espacio para otras prendas. 

Es muy común guardar chaquetas y abrigos por motivos sentimentales. Si tienes una chaqueta de pana que te recuerda a tus años universitarios pero no te has puesto desde entonces lo mejor es que te deshagas de ella. Te está ocupando un lugar muy valioso y, reconócelo, no te las vas a volver a poner. 

A veces las compras por impulso no son buenas consejeras, sobre todo, en lo que a chaquetas y abrigos se refiere. Una prenda estampada nunca es fácil y lo más probable es que, desde que te lo compraste, nunca te has puesto ese abrigo de flores. ¿A qué esperas entonces? Dáselo a alguien que crees que le puede encajar con su estilo (o su fondo de armario) o dónalo.

Lo más habitual es que los abrigos nuevos dejen en el olvido a los más viejos. Por eso, antes de comprarte cualquier chaqueta, debes hacer un repaso mental de lo que ya tienes en el armario. Nunca te deshagas de los básicos: un abrigo negro, uno camel, otros grises... pero si tienes modelos parecidos quédate con el más nuevo y que te siente mejor. 

¿Que prefieres guardar los zapatos en su caja? Perfecto. Si eliges el mismo tipo de contenedor, le darás a la estancia mayor sensación de orden. Haz una foto a cada par y pégala en la parte exterior de la caja. Así verás de una pasada lo que contiene sin tener que abrirlas una por una. Es lo que se ha hecho en este vestidor con dos estanterías abiertas, a modo de zapatero. ¡Y con ruedas que facilitan su traslado!

¿Te gustaría tener un vestidor tipo closet con un sitio para cada cosa? Fíjate en este porque tiene reservado hasta un lugar para los zapatos. ¡Faltaría más! Con armarios a ambos lados, se ha colocado un módulo zapatero abierto justo en el medio que, además de separarlos, permite mantener ordenado todo el calzado: por un lado el de invierno y por el otro, el de verano. ¡Perfecto!

Crea un vestidor abierto a medida, según tus necesidades. En él no podrá faltar un módulo dedicado en exclusiva a los zapatos, como el de la imagen, organizado con un ligero sistema de barras de acero inoxidable. Colócalo en un extremo, alejado de la ropa. Y cambia los zapatos de sitio dependiendo de la temporada: deja arriba los que menos te pones, en medio los que más usas para tenerlos a mano y reserva la parte inferior para botas y botines. 

Se acabó el suspirar viendo vestidores en las revistas de decoración y pensar ¡quién lo tuviera! Ya se encuentra en tu dormitorio. Te has despedido de tu antiguo armario —que tanto bien te ha hecho durante estos años— para sustituirlo por un modelo a medida, de suelo a techo, pensado acorde a tus necesidades actuales, con puertas acristaladas que te permitan ver fácilmente su interior y encontrar todo a la primera. Este de la imagen lo ha proyectado Javier Merediz. Con un armario así ¡es un gustazo tenerlo todo ordenado! 

Sandra aprovechó el pasillo de acceso al baño y a la suite para habilitar un completísimo vestidor de suelo a techo. Y, como en el resto de la casa, juegó con el mix de estilos: optó por unos armarios con molduras, "pero esta vez son modernas".

Los años nos hacen cambiar y evolucionar a todos los niveles, y eso también afecta a la moda. Puede que esa prenda que te volvía loca a los 30, ya no se adapte a tu estilo actual. ¡Pero no pasa nada! Es algo natural, y una señal inequívoca de que estás en el buen camino, aceptando cada etapa estilística de la vida sin anclarte al pasado. Si ya no te sientes identificada con ella, métela en una bolsa y dónala. ¡Es lo mejor!

Un regalo de tu madre, de tu marido, de tu hija, de tus amigas... Sí, el detalle fue precioso, pero por más que lo intentes, esa prenda no te gusta y jamás lo hará. Intenta apartar los sentimentalismos a un lado, y mantén el recuerdo en tu mente. Al final, ¡es lo que cuenta!

Si pudieras volver a esa tienda, ¿comprarías de nuevo esa prenda? Puede que en aquel momento no tuvieras duda alguna, pero es posible que ya no pienses de la misma forma.

Hay algunas prendas que, por su tejido o estampado, son difíciles de combinar una vez que pasa la tendencia. De hecho, si nos las pusiéramos ahora, nos veríamos rancias o desfasadas. ¿Es el caso de esa prenda? Si la respuesta es sí, destiérrala de tu armario.

Otro punto muy importante a tener en cuenta cuando hacemos limpieza de ropa, es sincerarnos sobre su comodidad. ¿Te sientes bien cuando te pones esa prenda? ¿Es suave y confortable o más bien incómoda? ¿Y qué tal tu nivel de seguridad? ¿Te empodera o no te sientes nada segura de ti misma al llevarla? Hazte estas preguntas antes de deshacerte de ella o mantenerla, porque si las respuestas son negativas, seguramente será una de esas prendas que nunca te pones y que sobran en tu armario.

Un error tan común como entendible, es conservar una prenda por su elevado precio. Quizás se trate de un abrigo de lana estampado, o de un vestido de fiesta que compraste para acudir a un evento puntual. Sin embargo, a no ser que hablemos de piezas icónicas y atemporales del diseño, no tiene sentido seguir guardando en nuestro armario esas prendas que jamás volveremos a ponernos. En su lugar, te aconsejamos que intentes venderlas, y si no hay éxito, haz de tripas corazón y... ¡regálalas!

Muchas veces conservamos prendas que nos gustan en el armario, pero nunca encontramos la ocasión de ponerlas. ¡Puede incluso que sigan sin estrenar! Esto es algo habitual cuando compramos en rebajas, aprovechando la ocasión de ''adquirir ese vestidazo ahora que está a mitad de precio''. Y al final, ahí se queda, muerto de la risa con su etiqueta. Asúmelo, si nunca te lo has puesto o no lo haces más de una vez al año, será mejor que dejes espacio para esas prendas incondicionales. Además, siempre puedes recuperar el dinero vendiéndolo en alguna aplicación tipo Vinted o Wallapop.

Otras veces, adoramos tantísimo una prenda que la ponemos constantemente, pasando por alto el hecho de que con el tiempo se va estropeando, hasta llenarse de bolas o verse muy desgastada. Sabemos que cuesta, ¡pero es el momento de sustituirla por una nueva!

Antes de tirar una prenda al contenedor, o de intentar venderla, pregúntate si alguien de tu familia podría darle uso. Puede que para tu hija, ese jersey que ya te tiene más que aburrida, sea la prenda vintage perfecta (con el plus de que procede de su mami).

El decorador Iñaki Mujika aprovechó la parte central de este vestidor tipo closet con dos cómodas gemelas que sirven de cajoneras para tener la ropa doblada en orden. 

En el dormitorio, las cómodas son un complemento perfecto del armario, siendo muy útiles para tener en orden y a mano la ropa doblada, la lencería y los pequeños accesorios.

Si en el armario hay una parte que está abierta, no temas colocar cosas en ella. Emplea cada balda para alternar jerséis y pantalones con cajas –mejor si además decoran–. No llenes cada compartimento hasta arriba y alterna la posición de las cajas. En las baldas más bajas y más altas, coloca cosas que utilices con poca asiduidad. Mientras, en las más accesibles guarda lo que más utilices. Las cajas te ayudarán a acceder cómodamente lo que almacenes en ellas, a modo de cajón. Y camisas y jerséis, bien doblados, aportarán sensación de calma, armonía y, sobre todo, ¡orden!

¿Has pensado en colgar las camisetas en perchas? Haz el ejercicio y comprueba lo que ocupan colgadas: te ayudará a planificar las medidas. 

Para montar el tetris del armario, es mejor empezar por el maletero –desde 200 cm de altura–, y a partir de ahí planificar primero los cajones, que suelen ser los más difíciles de encajar, y las barras de ropa larga. Al final, las barras para ropa corta y las baldas.

Basta con 30 cm de altura, así evitas hacer pilas que se desordenan más fácilmente.

La última balda, de mayor altura (unos 40 cm), puedes reservarla para botas.

Si el vestidor es un 'walking closet' (un armario en el que puedes entrar), apuesta por las puertas para evitar que la ropa esté expuesta. Si no quieres tenerlo todo cerrado, puedes dejar un módulo abierto más decorativo, por ejemplo, con unas baldas. La ventaja de un armario cerrado es que es más fácil de integrar dentro de la habitación, es más limpio y ordenado. En su contra, se pierde un poco de espacio con las puertas y resulta más caro.

"Apuesta por un armario abierto si tienes una habitación solo para ello y en vestidores tipo closet, porque es más práctico: al tener la ropa a la vista localizas todo de inmediato, y sin puertas tienes mayor capacidad que en un armario cerrado", aconsejan. Además, da sensación de amplitud y es más económico. ¿En su contra? Obliga a ser muy ordenado. Al estar abierto, la ropa cogerá más polvo que en un armario cerrado.

Tan importante es saber qué ropa tienes como la manera de guardarlas. ¿Eres más de doblar los jerséis o prefieres guardarlos colgados? En función de la respuesta necesitarás contar con más baldas o barras. Aprovecha para hacer una autoevaluación de tu vestuario: ¿te sirve cómo lo tienes guardado? De no ser así, reflexiona sobre cómo te gustaría tenerlo. Y no olvides pensar en el futuro: no basta con pensar en la ropa que tienes, sino también en la que prevés tener.

Desde R de Room apuestan ma´s por las barras y recomiendan reservar los cajones para la ropa interior, pequen~os complementos o incluso camisetas. Pero sin abusar de ellos: "Todo lo que cuelgas te lo pondra´s con ma´s frecuencia, porque lo ves cada vez que abres el armario. Al tenerlo a mano te lo pones ma´s. Adema´s, reducir el nu´mero de cajones tambie´n abarata el precio del armario", explican.

¿Sueles limpiar los armarios? Si dudas mucho, es que no sabes la cantidad de ácaros y malos olores que se pueden impregnar en la ropa si no limpiamos con frecuencia el armario. Ahora, con el Coronavirus, debemos incluso ser mucho más cuidadosos con la ropa, y ser más insistentes con la limpieza. 

Dicen que no es oro todo lo que reluce. Y, por eso, no todo iban a ser ventajas. El problema de los armarios con puertas correderas es que no podrás disfrutar de una visión completa del armario. Asimismo, al tener sistemas de herraje más sofisticados para sujetar la puerta, pueden ser algo más caras que sus homólogas batientes.

Otro de los pluses que ofrecen los armarios con puertas correderas es que ofrecen una visión más depurada de la estancia. Este sistema permite cerrar un armario de hasta 2 metros con solo 2 puertas. Asimismo, carecen de tiradores. No solo como una cuestión de diseño, sino que también eliminan el ruido visual y posibles golpes con ellos. En espacios pequeños son la mejor opción, como se ha hecho en este mini vestidor tras el cabecero.  

Basta con un fondo de 45 cm y una altura de entre 25 y 30. Así evitas hacer dos hileras de ropa –siendo la del fondo poco accesible– y amontonar demasiadas prendas, que se arrugan y se desordenan con más facilidad.

La planta rectangular de este dormitorio y la generosidad de metros –más de 28 m²– permitieron a la decoradora organizar el espacio en dos zonas casi casi simétricas: la de dormir y la de vestidor. Y para que cada una disfrutara de su independencia, a pesar de compartir espacio, la decoradora aprovechó los dos módulos zapateros como separación. 

"Los armarios zapateros y la cajonera central me ayudaron a separar espacios y dar intimidad, a la vez que sumábamos almacenaje. Era básico que no llegaran hasta el techo para que vestidor y zona de cama funcionaran como una sola habitación". Y así, además, ambos espacios aprovechan más y mejor la luz natural.

La decoradora planificó dos módulos gemelos de armarios bajos para que cada miembro de la pareja tuviera su propio zapatero, uno con acceso desde el vestidor y el otro desde el dormitorio.

La decoradora organizó el zapatero con baldas porque así caben zapatos de todos los estilos y tamaños. "En total, hasta unos 40 pares", asegura Pia.

Con 100 cm de fondo, la cajonera se ha aprovechado por ambos lados, combinando en cada cara cajones de diferentes alturas para adaptarlos a las diferentes necesidades de almacenaje: 2 hileras de cajones de 8 cm de altura para joyas y lencería, 3 hileras de 15 cm para camisas y 4 gaveteros de 34 cm que aprovechan todo el ancho para la ropa de verano.

La decoradora no dio ni un cm por perdido a la hora de planificar el vestidor y aprovechó el ángulo del armario en "L" para guardar. "Pero, al ser menos accesible, lo destiné para vestidos largos de fiesta o prendas que no salen cada día".

"Tener mucho espacio para colgar era una prioridad para los propietarios, por lo que aproveché la altura del armario con dos barras". Para que camisas y americanas no se arruguen, sitúa las barras a 100-130 cm respectivamente. Destina, como aquí, una barra para cada tipo de prenda: ganarás en comodidad y evitarás el desoden.

Blancas, pero con punch, gracias a sus motivos a rayas de un verde agua, que le dan personalidad, no solo a las cortinas, sino a la estancia, donde se impone el blanco. 

Esta idea para crear un vestidor pequeño es, además, low cost. El hueco se organiza con baldas y en lugar de puertas se ha optado por cortinas que reposan en el suelo. ¿Qué te parece esta idea de iluminación para un vestidor? Focos estilo industrial que, al ser orientables, pordrás configurar a tu gusto.

Más de lo que piensas. Fíjate en esta imagen de vestidor pequeño (diseño de la decoradora Blanca Tey). Se ha creado con dos módulos de almacenaje abiertos y enfrentados en un espacio mini antes de entrar al cuarto de baño desde el dormitorio. Al quedar en un lugar resguardado y algo independiente respecto a la zona de descanso, la idea de no colocar puertas aligera el conjunto.