“Me encantó la idea de un apartamento privado para la familia, con salón, dormitorio, vestidor, baño e incluso una pequeña cocina oculta en un armario–añade la propietaria–. Era una idea perfecta no solo porque ganábamos espacio, sino porque se podían contemplar las vistas, que son un auténtico capricho: por un lado, el lago, y por el otro, el pico Almanzor, la cumbre más elevada de la escarpada sierra de Gredos”.