Aunque el punto de partida era un piso de obra nueva en Valencia, el proyecto de reforma llevado a cabo por la interiorista Majo Flores, con su propio estudio homónimo, tenía un objetivo claro: convertir esos 60 metros cuadrados en un hogar a medida para una mujer de 64 años, amante de la cocina, la repostería y de los pequeños placeres cotidianos. Lejos de limitarse a decorar sobre plano, Flores reconfiguró la vivienda desde una mirada sensible, funcional y con un claro enfoque emocional. La clave estaba en corregir una distribución poco acertada - especialmente en la cocina - y aportar alma a unos espacios que, aunque nuevos, se sentían impersonales.

El reto era doble: por un lado, adaptar la vivienda a las necesidades de una persona que pasa mucho tiempo en casa y que disfruta de actividades como cocinar, leer o desayunar al sol en su terraza. Por otro, crear una atmósfera de calma y frescura mediante una estética delicada y coherente. "Queríamos una casa serena, funcional y con una estética sutil, pero con carácter", explica la interiorista. Para ello, trabajó con una paleta suave de verdes grisáceos, ocres y rosas empolvados, y materiales naturales como madera de roble, lino y algodón. Cada estancia se concibió como un espacio armónico pero con identidad propia.

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