Nuestra terraza merece la misma atención y cuidado que nuestros espacios interiores. Un hogar con una buena zona exterior, es clave para disfrutar de la temporada estival a todo confort. Sin embargo, a veces el exceso de mobiliario o la falta de él, el desorden o determinados factores, pueden terminar creando un ambiente que no nos invite a pasar tiempo en él. Para poner fin a nuestros errores más comunes y encontrar soluciones prácticas, la interiorista Judit Molins nos explica algunos tips y consejos de experta que harán que nuestra terraza vuelva a recuperar su brillo. ¡Muy atento!

PREGUNTA: Si al entrar en tu terraza ves mucho mobiliario pesado o desordenado, ¿qué sensación genera y cómo podríamos solucionarlo?

Una terraza recargada, con muebles voluminosos o demasiados objetos sin orden, genera una sensación inmediata de agobio. En lugar de invitarte a relajarte, el espacio se siente saturado, casi como una extensión del trastero. Y eso va en contra de lo que buscamos en una terraza: ligereza, calma y disfrute. La solución no pasa por vaciarlo todo, sino por reorganizar con intención. A veces, con eliminar un par de piezas grandes - como una tumbona que nunca se usa o una mesa auxiliar innecesaria - ya se gana aire y amplitud visual.

También es importante elegir mobiliario ligero, visualmente amable, como sillas de ratán, estructuras de metal fino o mesas con sobre de cristal, que no recarguen el conjunto. Aplicar la regla del "menos es más" ayuda a poner en valor lo que realmente importa. Por ejemplo, una butaca bien colocada con un cojín bonito, una lámpara de pie exterior con luz cálida o unas plantas altas que enmarquen el espacio sin invadirlo, son elementos que aportan sin sobrecargar.

Además, dejar zonas libres - aunque sea solo un metro cuadrado de suelo despejado - ayuda a que el espacio respire. Y eso, en decoración exterior, se nota y se agradece. Porque una terraza bien equilibrada transmite paz, y eso es justo lo que más apetece al salir al exterior.

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P: Si al entrar en tu terraza ves solo sillas y mesa, pero ningún elemento textil o decorativo, ¿qué te transmite? ¿Qué le estaría faltando a ese espacio?

Una terraza con solo mesa y sillas, por muy bonitas que sean, transmite frialdad. Se siente como un espacio sin terminar, sin alma. Es como si le faltara personalidad, ese "algo" que te hace querer sentarte y quedarte un rato más. Lo que realmente transforma una terraza en un lugar acogedor son los textiles y los detalles decorativos. Por ejemplo, unos cojines de lino lavado en tonos tierra o verdes oliva pueden suavizar visualmente las sillas y sumar confort. Una alfombra de exterior de fibras naturales (como polipropileno trenzado tipo yute) ayuda a delimitar el espacio y aporta textura.

También faltan esos gestos que llenan de vida: una guirnalda de luces cálidas colgada en zigzag, una bandeja de madera con velas en la mesa, o unas macetas de terracota con lavanda o romero. Incluso algo tan sencillo como una manta ligera de algodón colocada sobre el respaldo de una silla puede hacer que el conjunto se sienta más vivido y acogedor. La clave está en crear una atmósfera que invite a disfrutar: desayunar tranquila, leer al atardecer o compartir una cena improvisada. Sin textiles ni decoración, la terraza es solo funcional; con ellos, se convierte en un refugio.

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P: Si al entrar en tu terraza ves demasiados objetos pequeños o plantas sin orden, ¿puede romperse el equilibrio visual? ¿Cómo se puede organizar mejor?

Sí, totalmente. Un exceso de objetos o plantas mal distribuidas puede romper el equilibrio visual y hacer que el espacio se perciba caótico o incluso más pequeño. Lo ideal es agrupar por zonas, jugar con alturas y volúmenes, y combinar con elementos neutros que equilibren el conjunto. A veces, basta con retirar lo que no suma y reorganizar para que todo respire y tenga sentido dentro del espacio.

 

P: Si al entrar en tu terraza ves un suelo poco cuidado o materiales desgastados, ¿qué importancia tiene renovar o mejorar el suelo en estos espacios?

El suelo es como el lienzo de cualquier terraza: aunque no siempre se le presta atención, tiene un peso enorme tanto visual como funcional. Un pavimento desgastado, con baldosas rotas, juntas ennegrecidas por la humedad o madera levantada por el sol, no solo desluce el conjunto, sino que también puede ser incómodo o incluso peligroso al caminar descalzo o mover mobiliario.

Renovar el suelo puede transformar completamente la percepción del espacio. Por ejemplo, instalar una tarima encapsulada de madera sintética es una opción muy práctica: se monta de forma bastante sencilla, tiene un mantenimiento mínimo y, al imitar el acabado de la madera natural, aporta ese toque cálido y acogedor tan deseado en exteriores. Además, es resistente a la humedad, al sol y al desgaste, por lo que es ideal para terrazas expuestas.

Terraza: un espacio tranquila donde disfrutar

También existen otras alternativas, como losetas encajables o suelos vinílicos especiales para exterior, que permiten renovar sin necesidad de hacer obra. Elegir un pavimento acorde al estilo de la terraza ayuda a unificar visualmente todos los elementos: una base neutra y cuidada realza los muebles, los textiles y las plantas, y hace que todo respire armonía. Es un cambio que puede parecer secundario, pero que marca la diferencia entre una terraza improvisada y un espacio pensado para disfrutar.

P: Si al entrar en tu terraza ves un rincón vacío, ¿cómo podemos transformarlo para que gane vida y utilidad sin sobrecargar el espacio?

Los rincones vacíos tienen mucho potencial. A mí me encanta llenarlos con una planta de gran tamaño, como una palmera de exterior o una strelitzia, que aporten frescura y verticalidad sin recargar. También puede funcionar una butaca individual con un farol o una lámpara, para crear un pequeño rincón de lectura. La clave está en aportar vida, sin saturar.

 

P: Si al entrar en tu terraza ves muebles de interior que han sido "reciclados" para exterior, ¿qué errores suelen cometerse al improvisar este tipo de mobiliario?

Reciclar está genial, pero hay que hacerlo con cabeza. Uno de los errores más comunes es sacar al exterior una cómoda, una silla tapizada o una mesa de madera sin ningún tipo de tratamiento. Por ejemplo, una mesita auxiliar de MDF (aglomerado) puede hincharse con la humedad de la noche o deformarse con el sol directo en solo unos días. Lo mismo ocurre con textiles que no están pensados para resistir el exterior: cojines de algodón o lino sin tratamiento acaban descoloridos o con moho muy rápido.

Si queremos reutilizar, hay que adaptar: lijar y aplicar barnices marinos o aceites protectores en la madera, cambiar los tapizados por telas outdoor, o colocar los muebles en zonas techadas o con toldo. Una butaca de interior puede funcionar en una terraza si se coloca bajo una pérgola y se protege con una funda cuando no se usa. La clave está en entender que no todo vale, y que el clima es un factor que no se puede ignorar.

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