Esta casa es realmente, serena. Y la decoración tiene mucho que ver con esta sensación. “Para no quitar protagonismo ni al blanco ni a la piedra, decoramos con tonos muy tranquilos: grises y naturales”, dice. Y no llenaron el espacio. Así, tampoco nada interfería las vistas. Es más, incluso crearon un banco de obra bajo los ventanales para disfrutar de ellas y a la vez, tener más asientos para las visitas.
Un salón-cocina-comedor magnífico
Las vistas tenían que llegar a la otra punta de la gran sala, de ahí que nada las obstaculiza. Ni siquiera la campana extractora de la cocina, que no la ves pero existe. “Elegimos instalar el sistema de extracción Bora, que recoge el humo desde la encimera y así no hay obstáculos visuales y el espacio queda más armónico”. Y la encimera, por cierto, tiene el mismo color que las sillas del comedor y la tapicería del sofá para unir cromáticamente los tres espaciosy hacer que nada destaque como para fijarnos más en ello que en el verde paisaje.
La gran mesa de castaño está pensada para invitar amigos y las tres lámparas colgantes, para darle movimiento
La chimenea es otro de los grandes aciertos del salón. La diseñó Alto Interiorismo y la fabricó un herrero. Los cristales suben y bajan. Puedes tener la chimenea abierta y si por la noche te da miedo dejarla encendida porque hay parqué, bajas el cristal por seguridad. Los cristales también se pueden abrir para limpiarla bien. Bonita y práctica, vaya.
Dormitorios con mucho truco
En el cuarto de las niñas, las camas forman una U para que puedan dormir juntas, y hay un pequeño rincón de estudio para las tres con dos simples baldas. Un arrimadero de papel gris claro protege la pared de las camas y regala calidez, y un pequeño estante de 22 cm de profundidad lo remata y a la vez da a las niñas un espacio perfecto para exhibir sus dibujos. Y en el dormitorio principal, una escalera accede al estudio de la pareja y los dos primeros peldaños funcionan como mesilla de noche.
Y así, tal cual lo hemos visto todo es como lo vieron los propietarios por primera vez, porque viven en el extranjero y seguían la obra solo a través de fotos. “Cuando se la entregamos era Navidad. Llegaron una noche y les habíamos hecho las camas, preparado el menaje, encendido el fuego, las velas... No faltaba de nada”. ¿Te lo imaginas? Realmente, esta casa es como un paraíso.

BLANCA Y DE MONTAÑA
Una casa rústica blanca y luminosa, perfecta para una familia grande