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1.

Apuesta por una decoración personal que hable de ti

Es probable que este sea tu primer piso. Nuevo o de segunda mano, grande o pequeño, es tuyo, y como tal, ¡qué menos que hacértelo personal! Que las paredes hablen de ti. Dale una oportunidad al cuelga fácil si no quieres empezar a agujerear la pared. Una serie de fotos, esa ilustración que tanto te gusta pero que hasta ahora no te habías atrevido a comprar, una composición de cuadros... Tú eliges. ¡Es tu casa!

2.

Ríndete (sin complejos) a los colores neutros

Con los 30, los neutros se convierten en tu paleta de colores de cabecera. No se trata de teñir solo de blanco tu casa, pero es probable que agradezcas la serenidad que ofrecen unas paredes de tonos neutros o suaves. Ojo, sin renunciar al color. El gris se ha convertido en el nuevo blanco, y el greige, triunfa por su versatilidad. Y reserva los colores más intensos para los complementos.

3.

Pásate a los textiles naturales

Lo notarás. Las cortinas tendrán mejor caída, la ropa de cama será más gustosa al tacto y las toallas del baño no te harán un peeling cada vez que salgas de la ducha. Si no quieres renunciar a la practicidad que ofrece las telas sintéticas, apuesta por tejidos naturales que tengan un 20% de sintético: aunarás las ventajas de lo natural con un fácil mantenimiento.

4.

Atrévete con una pieza especial

No es necesario que tengas toda la casa de revista, pero una pieza especial, ya sea un icono del diseño, como este clásico de Vitra, un mueble recuperado o comprado en un rastrillo vintage, le dará un carácter especial y único a tu piso. Te recordamos iconos del diseño que siguen de moda. 

5.

Viste los suelos con alfombras

Sí, requieren más cuidados que un suelo al desnudo, pero son tan confortables... Un salón con una alfombra siempre se verá más acogedor, personal y vivido que uno sin. Y si tienes la sana costumbre de andar descalzo por casa, lo agradecerás. Además, hoy en día hay alfombras que pueden lavarse en casa, sin necesidad de pasar por la tintorería.

6.

Mima la cocina

A los 20 es probable que la cocina fuera de las estancias más olvidadas de la casa. Pero a los 30 el foodie que todos llevamos dentro reclama su espacio. Invierte en una buena placa de cocción y en un horno que te haga el día más fácil, ya sea con función de recetas, con cocción a vapor o con autolimpieza por pirólisis. A los 30, cocinar se va a convertir, no solo en un placer, sino en una cuestión de salud. 

7.

Alíate con el orden

Si con los 30 te ha poseído el espíritu de Marie Kondo, no te asustes: es normal. Según la gurú del orden, una casa ordenada es una casa más feliz. Así que ya sabes. Empieza por tirar (o donar) lo que no uses. Una vez te hayas quedado con lo que realmente te sirve (de ropa, libros, recuerdos, gadgets de cocina...) después ya puedes ponerte a guardar. Los accesorios para mantener el orden en los cajones o las perchas especiales para cada tipo de prenda te serán de gran ayuda.

8.

Adopta una planta... ¡o muchas!

Las plantas no solo dan calor de hogar, sino que son saludables, limpian el aire e incluso suben el ánimo. Si a los 20 lo más parecido a una planta que tenías en casa eran las lechugas de la ensalada, ha llegado el momento de ponerle remedio. ¿Eres un principiante con las plantas? Empieza por las inmortales, como la aloe vera, la sansevieira, la monstera o el poto.

9.

Piensa en los niños

Si no han llegado ya es probable que lo hagan en un futuro más o menos próximo. Piensa en ellos a la hora de planificar tu casa. No solo se trata de reservarles una habitación, sino de prever algunas necesidades básicas que después serán más complicado de solucionar. Como el baño –¿ducha o bañera?–, el sofá –elígelo desenfundable–, vuestro dormitorio –si váis a practicar el colecho necesitaréis más espacio libre alrededor de la cama–...

10.

Enamórate de tu casa

Si a los 20 solías huir de casa a la mínima, a los 30 empiezas a valorar el placer de pasar un viernes por la tarde en casa devorando el último número de El Mueble, o el sábado por la noche acurrucado en el sofá y con una maratón de tu serie preferida. Tu casa, tu refugio. Algunos lo llaman nesting, otros cocooning y los daneses hygge. Tenga el nombre que tenga, aprende a disfrutar de tu casa sin complejos. Y eso incluye, también, invitar a los tuyos a disfrutarla contigo.

Cada cambio de década suele ir acompañado de cambios vitales. Si a los veinte los amigos, los viajes y la diversión son los motores que rigen tu vida, a los treinta, se suelen ser otros nuevos, como puede ser la primera casa o, incluso, estrenarte en la gran aventura de la paternidad. Y todos estos cambios también se materializan en casa.

Así, si en los 20 cualquier cama es perfecta para dormir a pierna suelta, a los treinta empiezas a valorar tus ocho horas de buen descanso y un buen colchón tiene en gran medida la clave. ¡Por no hablar del sofá! Ahora lo quieres mullido pero lo suficientemente rígido para no hundirte, a poder ser rinconero o con módulo chaise longue, para tumbarte cómodamente durante tu maratón de series.

Lo dicho, si tú ni tus gustos sois los mismos a los 20 que a los 30, ¿por qué debería ser la misma tu casa?