Vigas de madera

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Suelo de madera de pino

Tradicionalmente asociado a las casas rústicas y de montaña, el pino es un pavimento que crea ambientes luminosos por su tonalidad dorada, pero también muy personales debido a sus marcados nudos, como se aprecia en este salón.

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Un cuadro como cabecero

Si tienes una obra de arte que te apasiona, conviértala en protagonista de tu cama, como se ha hecho aquí. Es una opción tan original como personal. Para que nada compita con ella, elige la ropa de cama en sintonía con los tonos del cuadro: dorados, tostados y blanco, en este caso.

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Dirige la luz

¿Quieres prescindir de las mesillas pero sueles leer en la cama? ¡Ningún problema! Empotra los apliques. Para que sean más cómodos, elígelos con el brazo articulado, así podrás orientarlos según tu postura en la cama. Estos son de Bover Iluminación.

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Un rústico renovado

 Lo que llama la atención de este salón es su techo revestido de madera, que contrasta con un mobiliario de líneas depuradas. La calidez de la madera arropa un salón a doble altura e imprime una nota rústica actualizada.

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De piedra, madera... ¡y en rojo!

Lo que podría ser un caos se convierte, en este amplio salón, en todo un acierto. Precisamente para dar uniformidad al conjunto, las entrevigas se han pintado a juego con una de las paredes. La piedra vista, la madera del suelo y de las vigas, y el rojo refuerzan el carácter rústico del salón.

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Todo en blanco

 ¿No quieres que las vigas tengan un protagonismo excesivo en la decoración? Píntalas a juego de las paredes, crearás un conjunto armónico y desviarás la mirada del techo, como se ha hecho en esta cocina decorada por Amaya Navarro Riu.

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A dúo.

Si tienes un techo de vigas de madera, ¿por qué no darle protagonismo? Aquí se ha optado por destacar los travesaños del techo pintándolos de un verde pálido a juego con la carpintería. Este se ha equilibrado con un luminoso blanco roto que envuelve paredes y el resto de viguería.

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Con acabado decapado

El blanco es el gran protagonista de este salón. Y las vigas de madera no podían ser la excepción. De pino y con un acabado desgastado a juego con el suelo pintado en blanco, se integran en la decoración de corte actual del salón a la vez que aportan un toque informal.

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Una buhardilla arropada de madera

La madera suele ser la gran protagonista de las casas de montaña, que se apoyan en ella para sumar calidez extra. La luminosidad de esta buhardilla decorada por Jeanette Trensig ha permitido revestir el techo de madera sin que el conjunto se vea pesado.

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Decorar el techo

 En este comedor, decorado por Vanda Jewiis, todas las miradas se alzan al techo. Las entrevigas se han decorado con rombos pintados en blanco que destacan sobre un gris pálido y dan un valor añadido y un carácter único a la estancia. Los techos, más altos que los convencionales, hacen que el conjunto respire.

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Look industrial

 Las vigas de hierro y el mobiliario de acero inxodidable dan a esta cocina una estética industrial que ve compensada su "frialdad" por la madera con la que se ha revestido el techo, las paredes con acabado óxido y el suelo de barro. Con ello se ha creado una cocina urbana y actual y a la vez acogedora.

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Decorar con vigas recuperadas

Aunque la casa sea de nueva construcción, las vigas no tienen porque serlo, como es el caso de este salón, decorado por Angela Burkhart. Puedes encontrar viguerías de antaño, en almacenes de derribo, aserraderos o carpinterías que trabajen con maderas antiguas.

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Recuperar el pasado

En este dormitorio los elementos arquitectónicos originales se han convertido en decorativos por sí solos. Con la reforma se buscó recuperar parte de la pared de ladrillos original así como las vigas de madera. Una decoración discreta cede el protagonismo a estos dos elementos, que dan carácter a la estancia.

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Juntos pero no revueltos

Con una simple (pero bonita) cortina, como esta de lino, puedes independizar el baño del dormitorio. Un recurso fácil, barato y con el que además facilitas el paso de la luz entre ambas estancias. Con el mismo fin se ha elegido la mampara de cristal transparente que separa el inodoro y la ducha de la zona de tocador: es un recurso que divide sin cortar un ápice el paso de la luz. El tocador se ha separado de la ducha y el inodoro tras una mampara de cristal transparente, marcando la división entre ambas zonas. 

Salón con ventanal y toques de color

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Un salón decorado con toques violetas y fucsias

La presencia de los violetas (colores más fríos) y fucsias (cálidos) hace que este salón rústico gane carácter femenino y suavice su aspecto más tosco. 

Sofás, de Muebles Carlos y el de fibra, de Casa Balear. Mesa de centro de madera de pino de S'Oliver. 
Un recibidor rústico con mucho espacio.

Silla tapizada de Hanbel, lámpara de techo en Meridiana y pavimento de piedra natural de Alacañiz.

El Mueble

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Un recibidor muy espacioso

Lo mejor de los recibidores de grandes dimensiones es que te permiten usar muebles de gran tamaño para decorar como una butaca, un escritorio antiguo o una vieja alacena. Además, hay espacio para un gran armario en el que guardar abrigos o la ropa de casa.

Una entrada rústica, cálida y sencilla.

Silla de cuerda trenzada en Pilma Distribucions, taburete de tronco de árbol realizado por Àrea 8 Projectes de Mòduls Exteriors, igual que los estantes, en los que también participó Serrallería Arteprat.

El Mueble

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Una entrada cálida y sencilla

Este es el recibidor de una antigua masía del siglo XVIII, hoy convertida en hotel. ¿Qué te parece copiar la idea de unas baldas como mueble principal?

Un recibidor rústico con paredes de piedra y una entrada larga.

Silla de fibra de mimbre natural y alfombra de pura lana virgen, modelo Oyster, todo en Estudio Apunto. Mesa de madera en Antic Centre.

El Mueble

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Una larga entrada

Se trata de una antigua masía del siglo XV, reconvertida en vivienda. Los dinteles, paredes y pavimento son de piedra del siglo XV, originales de la casa.

Dormitorio con paredes azules y techos de madera.

Cama, de Ka International. Cómoda y silla blanca, de Becara. Cortinas, de Ikea. Mesilla de noche, realizada por Germans Ollers. Pavimento de tarima blanqueada.

El Mueble

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De estilo provenzal

Azul y blanco: una combinación muy fresca y campestre a la vez.

Dormitorio con techo de madera y boutí de flores.

Cabecero, de Lienzo De Los Gazules. Mesita y lámpara de sobremesa, de Becara. Alfombra de sisal y cuero, de La Garriga Verda.

El Mueble

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Dulce rústico

Los muebles en crudo, el envigado en madera clara y el butí de estampado campestre crean un dormitorio rústico de estilo muy romántico.

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De inspiración nórdica.

Entre nórdica y campestre, esta cocina parece estar abrazada por la madera. Desde el techo, con las vigas pintadas en blanco para multiplicar la claridad, hasta el suelo.

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De madera, acero y piedra.

Esta combinación, junto con las encimeras de Silestone blanco, crean una cocina vanguardista, ya que el espacio es rústico mientras que la decoración es muy actual, con un punto industrial.

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Campestre y con sabor del sur.

En verde y beige. Y en beige y verde. Así se ha planificado esta cocina, con un marcado sabor andaluz. La misma combinación cromática la vemos repetida en el estor, reforzando la sensación de unidad.

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Suelos que protegen

 El parquet flotante necesita una capa aislante para evitar la resonancia y las alfombras también ayudan a amortiguar los ruidos.

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Tamaño familiar

¡Esta mesa es perfecta para familias numerosas! Por sus dimensiones y sus grandes cajones, que permiten guardar de todo, incluso juegos para compartir en familia. Es una tocinera de anticuario con las patas cortadas.

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Muy completo

 Con baño, vestidor oculto y zona de lectura. Armario blanco de Antic Daviu Quera.

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El comedor

 Mesa de madera de Antic Daviu Quera. Sillas tapizadas de Dimoni Gros Interiors. Lámpara metálica procedente de Otranto.

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La cocina.

Con armarios de roble machihembrado. Taburetes de Jordi Batlle Puig.

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En tonos tierra

 Sofás y mesa de centro de madera de Dimoni Gros Interiors. Butacas y cuadro de Coton et Bois. Cojines y manta de Filocolore. Flores de Jardiland.

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Como en un invernadero

 ¿A que este luminoso salón con techo abuhardillado te recuerda a un invernadero? Sus paredes acristaladas dejan que la luz circule sin apenas obstáculos.

Sofás Ektorp, de Ikea. Mesa de centro de hierro, en El Chinero. Mesa auxiliar adquirida en el rastrillo de Becara. Cuadros de punto de cruz comprados en El Rastro. Alfombra de fibra de esparto trenzado, en Becara.

 

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Comunicado con el baño

El dormitorio se ha planificado abierto al vestidor y comunicado con el baño por una ventana, que además deja que la luz pase a la estancia. Los estores venecianos de madera dan intimidad. La pared del cabecero, tapizada con franela, da un toque abrigado muy original. 

Cabecero tapizado y banqueta, diseños de María Luisa Malagarriga, realizados por Tapicería Rey. 

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Un dormitorio con vestidor abierto

Dos butacas blancas de estilo romántico presiden el dormitorio. Son una pequeña zona de relax para disfrutar de la lectura y del paisaje de montaña. De hecho, el carácter afrancesado de este rincón de estar es el contrapunto a esta decoración más rústica.

Sillones y reposapiés, de Becara. Alfombra, de Alterra. Cojines de lino, de Velafusta.

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Abierto al exterior

En el dormitorio, se planificó una pared de cristal para separarlo de la terraza. Esta solución ayuda a incrementar la sensación de amplitud tanto como la luminosidad. Y no se pierde intimidad gracias a las cortinas de un beige más oscuro que el resto de la gama de la estancia. 

Banqueta, diseño de María Luisa Malagarriga, realizada por Tapicería Rey. Sillones, reposapiés y velaro, de Becara. Cortinas, confeccionadas por Tapicerías Rey. Alfombra, en Alterra. Pavimento de pino de Flandes, en Fustería Adams. 

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Espacios bien comunicados

Al prescindir de tabiques en la zona del salón y comedor, la comunicación de los diferentes ambientes es más fluida y disfrutan de más claridad y amplitud. La escalera que parte del salón hacia la zona de dormitorios se acompaña de una barandilla de hierro en sus tramos bajos y de cristal en los más altos, una opción ligera y luminosa. 

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Un refugio que mantiene sus raíces

Los dueños de este refugio han querido mantener elementos como la piedra y la madera para aportar mayor sensación de refugio, aunque incluyendo elementos funcionales. Para ello, Mª Luisa ha combinado distintos materiales y complementos: un porcelánico de color hierro oscuro para el suelo en grandes piezas cuadradas y lo ha abrigado con alfombras de lana de pelo largo.   

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El comedor, el centro de la casa

Se han eliminado los tabiques para comunicar en un mismo espacio el comedor y el salón. De hecho, es aquí donde se reúne el espacio central de la casa, separados apenas por un sofá de terciopelo gris. El comedor queda envuelto por un techo de madera con bovedillas y por el muro de piedra original; la mesa, de ligero aire colonial, se acompaña con sillas de fibras.

Mesa y sillas de ratán, de Becara. Lámparas de techo. de Deumar Iluminación. Pantallas de Ferrumplus. Alfombra, de Francisco Cumellas. 

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Calidez para tres generaciones

La funcionalidad era primordial, porque en invierno pueden reunirse aquí hasta tres generaciones de esta familia aficionada al esquí. Aunque también crear espacios acogedores, como este salón, donde la chimenea es el corazón del salón. Además de calidez aporta un toque rústico. El mueble, diseñado por la interiorista encaja la chimenea, dándole mucha presencia a la veta de la madera. Todo formando parte de un estilo que la interiorista denomina “intemporal”.  

Mesa de centro y banqueta, de Becara. Candelabros y cestos, en Velafusta. Flores, de Pepe Oliva. taburetes de madera y cuero, en Pilma. Chimenea con embocadura forrada de madera, en ABC Xemeneis. 

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Con encanto en los detalles

La lámpara, adquirida en Francia, y el mueble de herencia dan un aire muy personal al recibidor, pero sin perder su esencia rústica. Detrás vemos una pared de cristal, uno de los muchos recursos empleados por la interiorista Mª Luisa Malagarriga para dar luz a este antiguo pajar. 

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Un salón con vistas

La interiorista, que contó con la colaboración de los arquitectos Llorenç Olivé y Javier Trilla, fue la responsable de convertir aquel cubo vacío en una casa con espacios comunes muy bien aprovechados. ¿Cómo? Con puertas correderas y grandes paneles acristalados, que dividen los espacios sin cerrarlos a la luz. “Así se está más recogido en invierno y abiertos al exterior en verano, pero siempre disfrutando de la luz natural”, explica la interiorista. Un buen ejemplo es el gran ventanal hacia el exterior, que ilumina el salón de tonos tierra para fusionarse con el paisaje. 

Sofá tapizado con blanco lino, en Little House. Cojines y plaid, en Matèria. Sofá de terciopelo, lámpara, mesa de centro, banqueta y lámpara de pie, en Becara. Cortinas, con telas de Tarrés, en Tapicerías Rey. Alfombra, de Francisco Cumellas, en Altera. 

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Entrada al refugio

Del antiguo pajar que fue esta casa queda poco: los muros de piedra, algunas vigas y la considerable altura de los techos, que permitió agregar la planta de los dormitorios. Sin embargo, se mantiene intacto el aire rústico del que se ha querido impregnar la vivienda, propiedad de una familia amante del paisaje montañés de la Cerdaña.  

Armarios de pino de Flandes, a medida por Fusteria Aram. Pavimento porcelánico, de Acocsa. Perchero, en Little House. Mesita, en Merc&Cía. Baúl, de herencia. Lámpara comprada en francia, Alfombra, de Francisco Cumellas, en Alterra. Faroles, de Becara. 
De madera y blanco

Sofá, sillones, cortinas y mesa de centro, de Unicorn. Lámpara de sobremesa, de Sa Caseta.

El Mueble

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De madera y blanco

La combinación de estos dos elementos da luminosidad. Si se añaden unas pequeñas pinceladas de color, como los cojines, el resultado es muy alegre.

Cocina pequeña de estilo rústico.

Fregadero y encimera de mármol macael. El mobiliario, de Rocavista. 

El Mueble

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Una cocina pequeña rústica y acogedora

Las paredes de esta cocina pequeña combinan el mortero y la cal con la piedra vista. El pavimento es de barro cocido.