Un piso de 50 m2 y una terraza de 30 m2 con unas increíbles vistas al mar y estilo playero

Reformar esta propiedad original de los 70 no fue sencillo: “Hablamos durante horas con los clientes y entendimos que para ellos lo más importante era la luz y las vistas al mar, por eso les dimos prioridad: desde la terraza a la cama del dormitorio principal puedes ver el agua”, nos cuenta la interiorista.

Forrada en madera y con una cocina casi completa (¡lavadero incluido!), la terraza fluye con el salón: cuando las balconeras están abiertas, solo las cortinas de gasa nos marcan donde empieza uno y termina la otra.

Los auxiliares del salón tienen también función en la terraza si es necesario. De materiales propios de los muebles de exterior, la butaca y la mesa de centro pueden sacarse fuera en caso de visitas. 

La interiorista Sonia Badia diseñó la mayoría de los muebles de la casa, como el ingenioso banco y cajonera de roble del comedor, que funciona tanto como asiento y almacenaje como de peldaños para la nueva escalera.

La interiorista y el arquitecto crearon esta mampara de hierro y cristal que separa el salón de la cocina, pero permite que quien esté cocinando siga viendo el mar.

“En la cocina, pusimos una caja de DM alrededor de la campana extractora, que tiene sus propios filtros activos porque no hay salida de humos, pero bueno, en una casa de playa tampoco se cocina muchísimo y con tantas ventanas es fácil ventilar”, prosigue la interiorista.

Al dejar atrás la cocina, se accede al dormitorio principal, que se cierra con una puerta mallorquina decapada y corredera. Es genial el detalle de poder esconder la puerta en la pared. 

Y otra brillante idea la encontramos en el baño: sobre el lavamanos del dormitorio  hay un espejo suspendido de unos cabos marineros, lo que permite que también desde esta habitación se vea el mar.

Y en la ropa de cama y la decoración del dormitorio se repiten los motivos marineros y la inspiración relajada que dan las fibras naturales.

En la reforma añadieron una nueva habitación para los niños en el altillo, de
nuevo con muebles a medida. En este caso son las camas infantiles, que en lugar de mesillas tienen unos arrimaderos con mucha capacidad de almacenaje.

 “Bajo el tejado, instalamos el aislante Airbur para preservar la climatización y cubrimos el techo con un entrevigado cerámico pintado de blanco”, concluye la interiorista.

En el piso superior, se sacó espacio también para colocar un pqueño aseo que diera servicio al cuarto infantil. Para hacerlo ligero se colocó un lavamanos suspendido y un espejo redondo que, además, aporta dinamismo.