En pleno corazón de Nueva York, una joven llamada Luci, decidió embarcarse en un ambicioso proyecto: actualizar un baño original de 1900 en tan solo ocho semanas y sin invertir una gran fortuna. Con un presupuesto sorprendentemente bajo - de apenas 700 dólares -, logró transformar por completo este pequeño espacio, preservando su encanto original y al mismo tiempo adaptándolo a los estándares contemporáneos.

La transformación se planteó como una rehabilitación conservadora, con la intención de potenciar los elementos singulares sin transformarlo radicalmente, solo haciéndolos brillar. ¿El resultado? Un ejemplo perfecto de cómo una combinación pensada con ingenio, sentido estético y trabajo bien planificado, pueden convertir un baño desfasado en un pequeño ambiente renovado, funcional y con estilo.

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