A todos nos gustan las tendencias de moda... un rato. Sin embargo, una casa como la de la interiorista Lucía Mariñas en Madrid nos enamora ¡para siempre! Es una verdadera joya tallada por ella misma: "La primera vez que entré, a pesar de que la distribución no me gustó y tenía muchísimas zonas oscuras que para mí eran metros cuadrados perdidos, vi que era una casa con muchísimo potencial porque era un rectángulo: era muy fácil de buscar una distribución cómoda. Además tenía mucha luz y vistas despejadas”, cuenta.

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Lucía compró, tiró y, en cuatro meses, aquel oscuro piso de los 70 se había convertido en esta delicia llena de luz y secretos... Durante la reforma, tenía obsesión por encontrar huecos donde meterlas. En un baño quité una ducha para poner un armario de ropa blanca; en la barra de la cocina por dentro hay almacenaje de vajillas; a lo largo de toda la pared del despacho, del pasillo, de mi dormitorio y el de la niña hay armarios, y el cuarto de la plancha tiene escoberos y demás”. ¡Y mucho más! Porque la lavadora, el tendedero y toda la colada se queda en ese cuartito a la derecha de la cocina.

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Aunque la sensación de hotel de lujo no nos abandona en ningún tincón (en parte por los suelos de madera de roble colocados en punta Hungría), en esta casa se haa pensado más en la funcionalidad que en la estética. Por ejemplo, la zona de día (que puede separarse de los dormitorios por una puerta corredera) es una gran caja de luz donde todo está unido pero estratégicamente dividido. ¿Un golpe de ingenio? La falsa chimenea: “Ahí están las tuberías bajantes generales de la calefacción de las viviendas de la comunidad, así que no podíamos mover ni tirar. En vez de quedarme con unas tuberías en medio del salón, aproveché y puse una chimenea que, obviamente, no lo es (es de bioetanol, aunque ahora tengo unas velas) que me sirve para, sin cerrar los espacios, dividir un poco la zona del comedor- cocina del salón”, prosigue Lucía.

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Y si ella es ingeniosa, su marido no se queda atrás: “El office fue un elemento indispensable para él. Al principio me opuse, pero ahora me encanta. Diseñé un rincón de madera de roble para generar un espacio más cálido en contraste con la cocina blanca, una zona abierta, pero a la vez recogida. Si levantas el banco tiene un espacio de almacenaje. Y está tapizado con una tela lavable”. Sofisticado y práctico riman tan bien...