La solidez de esta casa salta a la vista. No hay más que contemplar sus muros para confiar en su resistencia al paso de los tiempos. Cuando dio con ella su actual propietaria se encontraba un tanto deteriorada, y el tejado, los techos y los suelos hechos unos zorros.
Lo bueno buenísimo es que todo se hizo con muchísimo mimo y cuidado y el resultado ha sido magnífico. Y al mismo tiempo encantador, amable y discreto, porque en ningún momento se ha intentado deslumbrar sino hacer de esta construcción de piedra una casa elegante y cálida, donde vivir con toda comodidad y muy a gusto. La responsable de esta transformación es la decoradora Mónica Garrido.
Conservar los elementos tradicionales
Los dueños de esta casa decidieron reconstruir los techos de madera y vigas, todos de castaño gallego macizo, una solución de toda la vida que garantiza el aislamiento y la calidez. Al mismo tiempo, se han mantenido los huecos originales de las ventanas y las puertas y en el diseño de la cocina, una recreación renovada de una cocina de las de antes. ¡Nos encanta! Y lo más evidente: tradición en los muros de piedra, que se conservaron tal cual, se limpiaron y se retocaron allí donde hacía falta, unos muros que transmiten confianza eterna y aseguran protección ante cualquier exceso climatológico.

PARA TODO EL AÑO
Un mirador sobre el Pirineo
Materiales modernos
En esta casa también se emplearon materiales modernos de forma eficaz. El mejor ejemplo sin duda es la elección del suelo del salón-comedor, de la cocina (espacios abiertos entre sí) y del baño. Se trata de microcemento, un material muy resistente, fácil de limpiar al no tener juntas y, por su acabado pulido, un buen reflectante de la luz.
Inspiración francesa
Si esta casa es una pieza rústica, la decoración es actualísima. Y digo actualísima no solo porque estén presentes piezas modernas como la chimenea de casete, muy operativa y limpísima, sino porque apuesta por el eclecticismo delicado y hermoso, un estilo que rinde homenaje al buen gusto y que se atreve a mezclar muebles rústicos (como la mesa de centro del salón) con una pareja de butacas afrancesadas.

CON PERSONALIDAD
El bosque en casa
sofácama con dosel
La dueña ha situado un
, también de aire francés, en el recibidor de piedra y sobre una alfombra de yute, y ha colocado una gran
de forja dándole al dormitorio un giro romántico. Y, lo más arriesgado -pero de resultado realmente brillante-, es la lámpara de cristal con reminiscencias clásicas que cuelga del techo de vigas del baño, justo sobre la bañera exenta. ¡Todo un clásico reinventado!