Al tirar los tabiques, el salón queda completamente lleno de luz, donde también colocaron una zona de trabajo con un escritorio de herencia y un mueble a medida con estantería y banco.
Su madre, que por cierto restaura, le aconsejó quedarse la mesa de su abuelo. “Me decía '¡esto va a quedar brutal!', y ahora es la mesa del despacho, y me encanta porque me recuerda a él”, dice la dueña.