Cosas que solo te pasan cuando eres un obseso del orden

Del mismo modo que hay personas adictas a la limpieza, también hay obsesos del orden. En ocasiones, de hecho, ¡son los mismos! Si tú también sospechas (o si lo tienes más claro que el agua) que puedes ser un poquito obsesa del orden, seguro que te sientes identificada con las siguientes situaciones.

Orden y limpieza

4 trucos infalibles de orden y limpieza que agradecerás en tu día a día

La gente confunde tu vestidor con un showroom

Si Karl Lagerfeld resucitara, te convertiría en su mano derecha. ¡Hay que ver qué arte tienes para ordenar la ropa! ¿Y qué nos dices del zapatero? Es digno de protagonizar uno de nuestros temas de zapateros y accesorios de orden. Eso sí, mucho cuidado con esta habitación, porque las visitas quedan restringidas a unos pocos privilegiados, aunque quien dice pocos, dice... ¡solo tú!

TE HAS LLEGADO A PLANTEAR QUE TIENES POLTERGEIST EN CASA

Cuando sales de casa, te aseguras de dejar los cojines del sofá perfectamente colocados, pero al llegar, siempre te dan ganas de llamar a Iker Jiménez. ¡Relax! No tienes fantasmas ni hay ningún cementerio indio debajo de tu casa, lo único que pasa es que tu familia no tiene tanto cuidado como tú a la hora de levantarse del sofá y ordenar el salón (sobre todo los peques).

TU VAJILLA SE ASEMEJA A UN ARCOÍRIS

Y no es porque sientas pasión por el arte o la colorterapia, sino porque eres incapaz de guardar los platos sin mantener un orden cromático. ¡Y que a nadie se le ocurra cambiarlos de sitio, o toda la furia de Odín caerá sobre ellos! 😜

LA BIBLIOTECA NACIONAL TIENE MENOS SEGURIDAD QUE LA TUYA

¿Quién ha cambiado a Faulkner de sitio? ¿Qué hace este ejemplar de El Quijote en la sección de novela inglesa? ¿A quién le ha parecido buena idea juntar a Virginia Woolf con Bukowski? Reconócelo, has pensado en comprar una alarma que te avise cada vez que alguien se acerque a tu querida biblioteca del salón.

TODOS TUS CALCETINES HAN ENCONTRADO AL AMOR DE SU VIDA

Vamos, que no hay ni uno solo desparejado, y en caso de que algún pobre infeliz pierda a su media naranja, lo llevas al cajón de los productos de limpieza y pasa el resto de sus días como un mísero trapo. ¡La vida es cruel!

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