Si hay cosas que crees que merecen un cambio, pide por esa boquita. Puede que tu casero no quiera cambiar la cocina o alicatar el baño (aunque puedes probar a pedirlo, el 'no' ya lo tienes) pero puede que si la tapa del WC, la grifería de ducha, las sillas o el escurridor de platos son muy antiguos, y se lo comentas, te deje cambiarlas y te lo descuente del alquiler. Lo mejor es que haciéndolo así podrás escogerlas dentro de un presupuesto que puedes acordar.
Si a tu casero le ha gustado tu perfil precisamente porque pareces una persona que cuidará la casa, con una vida laboral estable (lo suficiente para garantizarle el pago del alquiler) y que tienes pretensiones de quedarte un periodo considerable, entonces tienes todas las de ganar en esta negociación.
Simplemente necesitas argumentarle que tú lo que estás buscando es un hogar y para eso necesitas que la vivienda esté acorde con tu estilo de vida. Pintar una pared, hacer agujeros y algún bricolaje sencillo sería el permiso mínimo que deberías conseguir. Insiste en que serán cosas que van siempre a mejorar el estado del piso y que los agujeros se pueden tapar, la pintura se arregla con más pintura y que, de cara a un nuevo inquilino, tendrá pintar de nuevo de cualquier manera.
Quitar, el quid de la cuestión
Un gran error de los caseros es llenar los pisos con trastos de casa de la abuela. Puede que hasta lo que esté alquilando sea la propia casa de la abuela con sus cosas dentro. Si hay muebles o cosas voluminosas en la casa que no te gustan nada, que no van contigo o que no tienen ninguna utilidad, la primera opción siempre es pedirle que las quite. No hay nostalgia que valga. Si tanto le gustan, que se las lleve a su propia casa.
En cuanto a las cosas pequeñas (objetos decorativos, cuadros y utensilios) haz limpieza y guarda (o pide retirar) todo aquello que no te guste y que no vaya contigo ni con la casa que quieres.
Lo que no puedas quitar...
¡Asúmelo y poténcialo! ¿Que la cocina tiene unos armarios amarillos Piolín? Busca toques decorativos en estos tonos, combinándolos con otros colores más neutros.
Si lo que te has encontrado es un piso con los muebles de la abuela, y has obtenido permiso para intervenir en ellos a cambio de que no tenga que quitarlos, igual tienes una mina de oro de piezas vintage que transformadas y bien combinadas con cosas más modernas pueden dar un resultado genial.
Y si lo que te han dejado es una estupenda librería de salón noventera, de colores oscuros y no te permiten pintarla… prueba a quitarle todas las puertas de los armarios y las traseras dejando que se vea la pared. Conviértela así en una simple estantería de baldas y decórala con gracia para que lo importante de ella sea lo que hay en ella y no el propio mueble.
Juega al escondite
Ya sabes lo que dicen: "ojos que no ven, corazón que no siente". Como has podido comprobar, hay muchos recursos para que ciertas cosas no se vean. ¿Que la encimera de la cocina no es de tu agrado? Pon una gran tabla de madera para cortar y sobre ella una vela decorativa. Crearás un rincón que le sumará encanto. ¿Que la trasera de la cocina tiene un revestimiento que odias? Pon un riel con plantas aromáticas que le den estilo y sabor. ¿Que te has encontrado con un sofá de escay? Una buena capa todo lo tapa, así que hazte con una funda de color crudo o gris claro y ¡arreglado!
Decorar el salón, el baño, el dormitorio... de un piso de alquiler es un reto, a veces hasta una hazaña. Pero con pequeños gestos podrás convertir a tu piso de alquiler en tu home sweet home.