Dilema decorativo: ¿suelo claro u oscuro?

Un suelo oscuro es la elección perfecta para quien busque un estilo de casa muy personal y queda perfecto en ambientes de corte exóticos, rústico e incluso industrial y minimalista.

Los colores claros, incluso en pavimentos de estilo antiguo, como este suelo de mármol recuperado, consiguen dar un aire atemporal al espacio que nunca pasa de moda. Y menos ahora, cuando le mármol está experimentando un revival.

Elegir un suelo oscuro no es que empequeñezca, sino que genera un ambiente más acogedor, por lo que es ideal para casas con una luz fría o para habitaciones demasiado grandes. 

Los suelos blancos reflejan pureza y tranquilidad. Este, originalmente, era de terrazo amarillo, pero lo pintaron de blanco roto con pintura de parquing y el espacio ganó calma y mucha naturalidad.

Y también sofisticación. Los pavimentos en negro, sobre todo. Si te asusta apostar por un color tan marcado, tienes la opción de elegir baldosas que lo combinan con otros tonos que le dan luz, como este azul.  

Un suelo ni muy claro ni muy oscuro siempre es un acierto cuando no sabes por qué tonalidades decidirte y busques tanto la luz como la practicidad. Los nuevos hidráulicos que combinan colores o de estampados vintage son una solución de tendencia.

Ojo con hacerlo todo demasiado claro: un blanco total puede generar un ambiente impersonal y frío, sobre todo en casas encaradas al norte. Sin embargo, si los espacios reciben mucho sol, este peligro se minimiza.

En cuestión de suciedad, tenemos un empate clarísimo. Tanto se ve en los suelos muy claros como en los más oscuros. Para evitarlo es mejor apostar por un tono intermedio, así, si te gustan los suelos claros, lo ideal es quedarte con un tono roble o grisáceo, y si te gustan oscuros, con un gris ceniza o uno que tire a nogal.