El arte de elegir arte: lo que nadie te cuenta sobre los cuadros y esculturas en los que debes invertir

¿Cuadro grande o varios pequeños? Depende del efecto que quieras. Un cuadro grande da protagonismo. Es perfecto para paredes amplias o salones con pocos muebles. También con mueble de líneas sencillas. Busca impactar con la obra a través de su tamaño.

Se trata de lograr el efecto galería. Es un tipo de composición que funciona bien en pasillos, escaleras o sobre sofás. También para la pared del cabecero en el dormitorio. Usa marcos del mismo color o estilo para no generar caos. O mezcla para mayor personalidad y movimiento.

Antes de colgar o elegir una escultura o un cuadro, observa el espacio. ¿Hay suficiente luz? ¿El fondo distrae o acompaña? ¿Está demasiado cerca de una lámpara o un espejo? A veces, menos es más, y una pared vacía puede ser tan poderosa como una llena.

• ¿Cómo sabrás que esa pared pide arte? Porque queda un espacio muy despejado, que se siente vacío y que no se puede llenar con otro elemento.

Debes buscar la relación y proporción entre el tamaño de la obra y los muebles. ¿La regla de oro? Colgar o colocar el arte a la altura de los ojos (aprox. 1,60 m del suelo al centro de la obra) y no demasiado separados del mueble que los acompaña. Si van sobre un sofá o consola, déjales entre 15 y 25 cm de margen.

No siempre hay que colgar los cuadros. Pueden quedar apoyados en una repisa o aparador, o en el suelo directamente si es una obra de tamaño XL. Es una forma más informal de lucir el arte. Eso sí, asegúrate de que queda seguro. Si tienes dudas, "camufla" la fijación a la pared, pero fíjalo.

El arte también se toca. Puedes escoger elementos artísticos que aporten textura y relieve. Piezas tridimensionales o con textura (como cerámicas, tapices o cuadros en relieve) funcionan de maravilla en paredes lisas y monocromáticas. Dan calidez y volumen sin necesidad de color.

De pie o de sobremesa, una escultura tiene mucho peso visual. Es perfecta de menor tamaño sobre un mueble o para decorar la librería. Las más grandes solo tienes espacio y pocos objetos que compitan con ella. Una de tamaño mediano quedará bien en una peana o pedestal para destacarla.

Blanco, beige, gris, tierra, negro… ¿Cuándo una obra, ya sea cuadro o escultura, va en esta gama discreta?

• Cuando ya hay mucho color en la decoración en sofás, cojines o alfombras. Equilibra. 
• Si tienes sofás coloridos, cojines estampados o alfombras potentes, un cuadro neutro ayuda a equilibrar y no sobrecargar.
• Cuando buscas calma visual y sensación de orden. Los tonos suaves relajan, armonizan y aportan sofisticación sin competir con el resto del espacio.
• Cuando quieres destacar la textura, el material o el marco. En esculturas o cuadros neutros, el protagonismo lo toma la forma o el acabado: madera, piedra, lino, yeso…
• Cuando el espacio es pequeño o poco iluminado. 

Rojos, azules, verdes, amarillos, naranjas… uno o varios. Es una opción más llamativa pero también con mucho más efecto wow.

• Cuando quieres crear un punto focal o romper la neutralidad. Un solo cuadro con color puede animar un salón entero. Es como un acento visual que atrae la mirada al instante. Fíjate en el efecto que tiene este collage contemporáneo de la artista Alejandra Duarte (DdDuarte) en el espacio diseñado con maestría por María del Valle Interiorismo.
• En espacios muy neutros o monocromáticos. Una obra de color da vida y personalidad.
• Cuando te gusta cambiar de decoración con poco y que se sienta. El arte tiene el efecto que los textiles. ¡Actualizan!
• Cuando el arte va en una pared secundaria. Si no está en el centro visual del espacio, puedes permitirte más riesgo y juego cromático.

Hay objetos decorativos que tienen ese carácter artístico del que hablamos. ¿Un espejo con forma escultórica? ¿Un tapiz de autor? ¿Un objeto artesanal colgado como si fuera arte? A veces, una pieza inesperada tiene más impacto que una obra convencional. Puede lucir en un mueble o en la pared, según sea su tamaño. Si es pequeña, combínala con otras e, incluso, con láminas, cuadros o fotografías enmarcadas.

Combina en una pared o sobre un mueble cuadros con láminas, fotos o piezas de arte sobre diferentes soportes (papel, lienzo, madera…). El truco está en mantener una paleta cromática común o un hilo conductor. Esto da movimiento, variedad, resulta personal, encaja en ambientes bohemios, pero también en espacios neutros…

Escoge bien la moldura para tu obra, ya sea un óleo, acuarela, fotografía, grabado… No subestimes el poder de un buen marco. Uno minimalista hace que el arte respire, uno clásico eleva una obra sencilla. Y ya sabes, en dos obras, recurre al mismo marco. Pero en una composición, puedes optar por la armonía o el cambio.

Un cuadro pequeño en una pared grande se ve perdido. Uno enorme en una pared estrecha abruma. Antes de elegir, toma medidas, y recuerda: el arte tiene que dialogar con el espacio, no pelearse con él. Tiene que llenar sin saturar. Se luce más si respira aire alrededor.

Aquí hay mucha libertad. Puedes escoger obras de un estilo afín al resto del interiorismo y decoración de tu casa. O bien un contraste con una obra clásica en un ambiente contemporáneo o una obra moderna/abstracta en un interiorismo más conservador. Se trata de seguir la línea o romper, lo que pondrá más el foco de atención en el arte.

Tiene que hablarte, que decirte algo, que hacerte sentir. Vale más una obra que te remueve algo por dentro que una “firma” que no te dice nada. Compra con el corazón, no con la tendencia, y el arte encajará en tu casa.