El azul del Cantábrico engancha. Es adictivo. Una vez que lo pruebas, quieres verlo una y otra vez, y seguir mirándolo. Que forme parte de tu día a día, que guíe tus pasos y que te acompañe en los momentos tristes y alegres de tu vida. Por eso, cuando el interiorista Iñaki Mujika nos enseña su casa y vemos que es un auténtico mirador sobre este mar, entendemos que sean estas poderosas aguas quienes lo hayan guiado todo en este hogar. Una mezcla más que interesante, si tenemos en cuenta que ha podido probar en su propio hogar los muebles de su firma. ¿Acertó?
“La vista desde esta altura es una maravilla y la potenciamos al máximo. El mar es, de alguna forma, un elemento más de la decoración y lo recogimos en tapicerías y cojines azules, por ejemplo”, explica Iñaki, que dirigió la renovación total de este piso antiguo de la costa vasca, en primera línea de mar, ¡en una quinta planta!
Cuando le preguntamos cuál es su lugar favorito de la casa, no contesta. Sin dudarlo, se dirige a una butaca junto a la ventana del salón, se sienta y sonríe. Está todo dicho. Normal. El rincón donde se sienta Iñaki disfruta de maravillosas vistas y es, a la vez, una zona de relax y lectura envidiable. Tras ella está el salón, dominado, como toda la casa, por el color blanco.
Atemporal, suave, sereno, el blanco combina muy bien con este mar e Iñaki, que es un chico listo, lo sabe y apuesta por él. “Sí, paredes, techos, lámparas, puertas, cortinas, buena parte del mobiliario, incluso el suelo es una tarima de fresno blanco. Con el blanco se unifican visualmente los espacios, se gana luminosidad y se crea un fondo para jugar con telas y detalles en grises, beiges, arenas, azules... o toques de amarillo”, comenta.

En Sotogrande
Desconectar (viendo el mar) es muy fácil
El salón es amplio, luminoso, y para aprovechar esta luz se le han unido el comedor y la cocina. “No hay tabiques entre ellos, con lo que ganamos sensación de amplitud y llevamos el mar hasta el fondo de la casa. Pero la colocación de los muebles los delimita, en el caso de la cocina es un murete a media altura que también hace de pasaplatos”.
Los vascos, ya se sabe, son muy modernos, pero también conservan sus raíces. Puede que por ello a Iñaki le guste la idea de “refrescar la tradición” para definir su trabajo en esta, su propia casa. El ejemplo más claro es la cocina: amplia, luminosa y con los últimos avances técnicos, pero equipada con muebles cálidos con molduras, tiradores de asa metálicos y azulejos blancos. Un diseño similar al del baño, animado con un papel pintado a rayas azules. Moderno, pero con raíces.
En el dormitorio, el color elegido ha sido un mostaza que da alegría a esta estancia decorada, cómo no, en un blanco muy blanco, y repleta de diseños propios. Un conjunto juguetón y vistoso que no tiene la suerte de disfrutar del mar de fondo, pero sí de unos frondosos árboles que se dejan ver tras unas grandes ventanas. Qué vitalidad.