En nuestra cultura no hay mucha tradición en la construcción de casas de madera más allá de las zonas de alta montaña en las que se suele combinar con piedra, pero uno de nuestros sueños más repetido es poder acurrucarnos bajo un techo de madera abuhardillado e intentar ver las estrellas por sus ventanas.
La madera es la expresión máxima de la calidez, vayas donde vayas y sea la que sea. Pero debes saber que si te rindes ante su poder hipnótico, tienes que aceptar que será la protagonista absoluta. No admite medias tintas, será el centro de la decoración nos pongamos como nos pongamos.

Elige madera: acertarás siempre
El resto tendrá un papel secundario que se limitará a acompañar sin interferir. Así que el estilo lo marcará la propia madera, su tono y acabado. Eso sí, hagas lo que hagas, la calidez está asegurada incluso si la pintas de blanco.
Cuestión de tonos
Cuanto menos tratada esté la madera, más rústico será el resultado. Y cuanto más oscura, más cálida y más protagonismo decorativo. También más saturación que necesitaremos compensar con más espacio, más luz, más colores claros, más simplicidad.
La solución intermedia es blanquear la madera, dejando su veta a la vista. Ganamos ligereza y sofisticación, sin perder carácter ni calidez. La madera decapada le suele dar al espacio un aire más afrancesado.
Cuando la pintamos totalmente de blanco, nos alejamos del rústico de montaña. Le damos el protagonismo a las lamas, que nos mandan al estilo nórdico o de los Hamptons americanos.

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Sea como sea, para que la madera no nos sature, necesitamos de espacios abiertos y techos altos que dos dejen disfrutar al máximo de esas estructuras tan espectaculares, de las preciosas vigas que siempre nos regalan las casas de madera.
¿Nos hacemos una?
Cada vez hay más gente que se decide por las casas de madera. No solo por su encanto, tienen más ventaja: se construyen más rápidamente, consumen menos energía y también suelen resultar más económicas.

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En contra, algunas necesitan de más mantenimiento. Y, lógicamente, las pequeñas modificaciones de las instalaciones (eléctricas o de fontanería) son más complejas.