En un Parque Natural en Málaga y con un toque clásico y rústico que enamora: así es la casa de Salvadora, lectora de El Mueble

La lectora de hoy se llama Salvadora y esto, antiguamente, era una casa de reposo regentada por monjas, pero que nadie se confunda: en esta casa, bautizada como "Mentirola", hay alegría y jaleo a raudales. Salvadora ama la decoración y las cosas bien hechas, un atributo que viene de su padre, uno de los primeros interioristas del país. 

Hace 25 años, Javier (su marido) compró la casa, y ella una vez prejubilada, se instaló definitivamente y empezó a reformarla, como una hormiguita, poco a poco. "Por suerte tuve la ayuda incondicional de Yolanda, que trabaja conmigo, y quiere a esta casa tanto como yo", afirma Salvadora. 

"Si tengo que elegir, el porche con piscina es de lo que más orgullosa me siento", comenta la propietaria, enamorada de la zona exterior de su casa.

"Lo hice desde cero, pensando en una zona de piscina que se integre con un salón y comedor exterior ¡con sombra! Y una bonita buganvilla. Lo disfrutamos muchísimo", comenta Salvadora.  

Además, ha conseguido dar algunos de los detalles que según ella dan más encanto a una casa, mediante plantas (le apasionan) y la carpintería en verde oliva, un tono muy fresco y natural. 

Cuando llegaron, todo eran maderas oscuras. Por eso el techo lo pintaron de blanco, en una de las miles de ideas que tomó prestada de la colección de El Mueble. "Mis revistas, por cierto, son lo primero que he cogido en cada mudanza". 

"Además, me encanta mezclar muebles antiguos. Esta consola la puse para cerrar la zona de estar y, para que no pesara visualmente la pinté de verde, como las puertas". Todavía tiene dudas de si moverla y hacer un salón más abierto y amplio, pero ese será un cambio que hará más adelante.

"De estas páginas también saqué una de las decisiones que más le gustan a los amigos y familia que vienen: el papel pintado en el comedor", nos comenta Salvadora. "Estuve tiempo dándole vueltas porque, aunque prefiero los tonos neutros y que el ambiente sea relajante, quería darle protagonismo a esa pared, y pensé que la mejor manera era poner un papel bonito e impactante". 

El comedor no existía, pero cuando los niños ya se fueron haciendo mayores e independizando se dio cuenta de que cuando vinieran de visita había poco espacio para juntarse todos, así que el dormitorio que estaba junto al salón lo abrió para poner el comedor. "Para unir los dos espacios, se me ocurrió hacer una librería blanca a medida que ocupara toda la pared". 

El mejor acierto ha sido pintar todas las puertas y ventanas de la casa de verde. "Esta inventiva se la debo a mi padre. Analizaba mucho la distribución de los espacios, los muebles idóneos para sus proyectos y cómo combinar los colores". Sin duda, ¡todo un acierto!

 ¿Os habéis fijado en que el tono verde de las puertas lo han usado también en muchos textiles, contraventanas y hasta en las lámparas del office?

"Como buena lectora de El Mueble, soy amante de los tonos claros y he aprendido el poder de los cojines y las mantas. Me encanta mezclar piezas heredadas con toques modernos", nos confiesa. 

El dormitorio es abuhardillado y disfrutan de unas vistas espectaculares al Parque Natural de los Montes de Málaga. "Aquí es donde mejor se siente ese aire limpio y el sol andaluz por el que tantos pacientes eligieron este lugar para venir a curarse", nos explica Salvadora Acosta.

Junto al dormitorio, Salvadora ha creado este vestidor. Los armarios son blancos a medida, con focos blancos y discretos. Las puertas son acristaladas y enteladas, una idea que copió de El Mueble. "Me gustan mucho los estampados grandes y los he puesto en esta chaise longue", ríe Salvadora.

"¿Os confieso algo? Llevo ya 10 años cambiando la casa y creo que no terminaré nunca. Pero los buenos proyectos no tienen fin, a no ser que los tengas que entregar. Mi marido ha sufrido estoicamente todas las obras y cambios, y está muy orgulloso de mi trabajo. Ahora intentamos que nuestros hijos y nuestra nieta tengan recuerdos imborrables aquí". Nosotros ya nos despedimos. Ha sido una casa maravillosa y digna de visitar, ¡gracias!

Son tres generaciones de mujeres: "tanto mi hija, como mi nieta como yo nos llamamos Salvadora, es una tradición familiar que me gustaría que perdure". ¡Esta casa es ahora su mejor refugio!