Azul y blanco: la receta infalible de esta casa muy mediterránea a las afueras de Barcelona

Julieta Planas, la propietaria de las tiendas de moda para embarazadas Paramamá, se ha tomado muy en serio esa expresión popular de "Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como". ¿Por qué? Pues básicamente porque después de comprar hace dos veranos esta casa de 1870 en el corazón de Vilassar de Mar, en la provincia de Barcelona, no quiso recurrir a la ayuda de ningún arquitecto o interiorista. "Lo hice todo por intuición junto a mi marido. Durante meses guardamos cosas que veíamos y que nos gustaban de Pinterest e Instagram para inspirarnos", dice con orgullo.

Aunque la casa se pensó como una segunda residencia, su percepción cambió radicalmente cuando vivió el confinamiento entre estas paredes. "De pronto pasó a ser mi oficina, la escuela, el parque infantil de mis hijas y, además, el almacén de mi tienda online. Ahora, sin duda, la veo con otros ojos", explica.

Julieta tuvo la suerte de que la antigua propietaria, hace 15 años, invirtió en cambiar las instalaciones y esos detalles tan poco apetecibles de cualquier reforma. De modo que, cuando ella cogió la casa, pudo centrarse en cuerpo y alma en la decoración. "Mi obsesión siempre fue que esta casa de verano que disfrutamos todo el año fuera acogedora y orgánica, muy natural. Nunca quise que fuese ni minimalista ni recargada. Tiene un toque rústico y muy limpio que me da mucha paz", comenta.

Esto último lo consiguió dando protagonismo a la madera. Ahí está el suelo de roble, incluso en el baño y la cocina. Y, por supuesto en las mesas, las sillas y los diferentes muebles antiguos que ha repartido por la casa.

Asimismo, se decantó por pintar absolutamente todo de blanco. Sin ir más lejos, no dudó en hacerlo en la gigantesca alacena que originalmente había en el salón.

Las carpinterías y las vigas de madera del techo de la planta alta, donde se encuentra el dormitorio de sus hijas, también fueron pintadas en el mismo color.

Por si fuera poco, ha aportado unos frescos y veraniegos toques azules en los textiles. De hecho, toda la casa mantiene este estilo a través de cojines, colchas y plaids de lino blanco y azul.

Julieta y los suyos han mantenido intactos todos los elementos modernistas de las vidrieras, las puertas y esas ventanas llenas de historia.

Por ejemplo, las baldosas de la escalera son de 1870. El pasado y el presente conviven en este hogar sobrado de personalidad.

En el porche, Julieta ha organizado dos zonas, de estar y de comer, separadas visualmente por unas persianas de esparto. El sofá de obra mantiene el juego blanco y azul con las colchonetas y cojines. Y, en la pequeña cocina exterior, unas cortinas precisamente blancas y azules cierran el mueble.