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Actualizado a 08 de noviembre de 2023, 12:22
Con kale puedes hacer unas recetas riquísimas.
Siempre ha estado ahí, pero es verdad que hace poco el kale ha experimentado un boom, equiparable al que en su día experimentó el aguacate, y de ahí que en webs, blogs y redes sociales no paremos de ver recetas con kale. Esta nutritiva verdura es perfecta para cuando no sabes qué hacer de comer, o simplemente estás buscando recetas fáciles y rápidas con las que renovar y hacer más saludables tus menús. Pero antes de pasar a la práctica, ¿qué te parece si descubrimos sus propiedades, en qué fijarnos al comprarlo o cómo conservarlo en las mejores condiciones?
Puede que su nombre despiste un poco al principio, pero en realidad el kale (Brassica oleracea var. sabellica L.) no es otra cosa que col rizada, una variedad de col del grupo de cultivares de la berza. Es fácil de cultivar en un huerto urbano, puede llegar a alcanzar los 40 cm de altura y su principal rasgo característico son sus hojas verdes muy rizadas.
Existen varios tipos de kale según su forma y color, pero por lo general destacan tres: kale rizado, lacitano y morado.
Para aprender a cocinar kale es importante tener en cuenta su amargor y su dureza, lo que hará que tendamos a tomarlo cocido, guisado o al vapor en vez de crudo. Por lo general, las hojas tiernas tienen un sabor más suave que las maduras, con lo que lo ideal es que lo comas prácticamente en cuanto lo compres, dos días lo más tardar.
Aunque ese amargor también varía según la especie de la que se trate, hay un truco para reducirlo: amasa las hojas con las dos manos durante un par de minutos como si se tratase de pan, de tal manera que se rompan los nervios pero teniendo cuidado de no romper la hoja.
Otra opción es blanquearlo, tal como hacemos con el repollo. Introduce en agua hirviendo con sal hasta que vuelva a romper a hervir. Refresca con agua fría y seca bien en caso de que no lo vayas a utilizar en el momento.
El kale se conservará mejor cuanto más fresco sea. A la hora de comprarlo observa con detenimiento que sus hojas sean de color verde, sin bordes amarillos ni manchas. Antes de consumirlo deberás lavarlo muy bien: separa las hojas del tallo, introdúcelas en un bol con agua y un chorrito de vinagre y termina enjuagándolas bajo el grifo.
Al igual que sucedía con las recetas con coliflor, con repollo o con verduras, resulta muy fácil integrar esta verdura en platos de cuchara. En las siguientes recetas con kale encontrarás diversas propuestas muy fáciles de elaborar para que puedas ponerlas en práctica en cuanto tú quieras. Entrantes, primeros, segundos, ideas para picoteos y ¡hasta un postre!
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