Que buena parte del tiempo que pasamos en el dormitorio sea a oscuras no es excusa para descuidarlo. Al contrario: resulta mucho más fácil disfrutar del mejor descanso y desconectar del estrés diario con una distribución y un equipamiento adecuados.
1. Hay vida más allá del blanco
En vez de arroparte, ¿tu dormitorio te resulta frío o desangelado? Es el momento de mirar alrededor y descartar ese blanco 'que pega con todo'. Cámbialo por un azul, un verde o un lavanda suaves , colores serenos que propician el descanso y crean sensación de frescor.
No olvides que los tonos pastel, además de muy decorativos, son los más fáciles de combinar gracias a la cantidad de blanco que incluyen en su composición y que les aporta luminosidad. Y, si te gustan los colores más intensos, tampoco tienes porqué prescindir de ellos: solo resérvalos para acentos como la pared del cabecero o accesorios decorativos.
2. Un dormitorio 'deslumbrante'
Pero no por su estilo, sino por esa lámpara de techo que resulta de lo más molesta cuando estamos estirados en la cama. Sustitúyela por unos apliques de luz difusa o rebotada contra el techo como iluminación general y complétalos con unas lámparas de sobremesa que creen ambiente. Y si te gusta leer antes de dormir, no olvides poner unos focos orientables en la pared del cabecero.
3. El tamaño de la cama sí importa
La cama es la auténtica protagonista del dormitorio y en los últimos años no ha parado de crecer. No obstante, no siempre más grande significa mejor. Si en tu habitación no sobran los metros, un modelo XXL no solo saturará el espacio, sino que hará que se vea aún más pequeño. Para evitar la tentación de elegir una cama por impulso que luego te haga arrepentirte, antes de ir a comprarla mide a conciencia tu cuarto e incluso prueba cómo quedaría trazando su silueta en el suelo con cinta de pintor, siempre teniendo la precaución de dejar un paso suficiente alrededor de al menos 70 cm.
4. Cortinas: en su justa medida
A menudo olvidamos que las cortinas cumplen una importante función práctica además de decorar: de día matizan la luz y de noche aportan privacidad.
Si solo tienes unos finos visillos porque tu dormitorio no es muy luminoso, tendrás que cerrar a cal y canto las persianas para escapar de miradas indiscretas al acostarte y, por el contrario, si eliges una caídas más opacas para evitarlo, el cuarto puede verse oscuro y sin vida durante el día. En tu mano está encontrar el equilibrio: completa los visillos con cortinas, con estores o incluso con persianas de lamas, según el estilo que busques.
5. Sí a las tendencias, pero con criterio
Nos ha pasado a todos alguna vez: nos enamoramos de un mueble y lo queremos a toda costa. Que no quepa o no tenga nada que ver con el estilo del resto de la decoración parece lo de menos. Sucede con esos espectaculares doseles que hacen que quieras quedarte a vivir en la cama pero que en una habitación de tamaño estándar se comerían todo el espacio. Esto no significa que tengas que renunciar a tu objeto de deseo, sino encontrar la manera de adaptarlo a tus circunstancias: recrea el efecto sensual de un dosel con un elemento menos voluminoso como, por ejemplo, una mosquitera recogida en el cabecero de la cama.
6. Un cabecero que no va contigo
Lo mismo vale para el cabecero. Quizás te ha gustado un modelo de forja aunque, si te gusta leer en la cama, no es la solución ideal para ti. En este caso, más vale optar por una propuesta tapizada que te ofrezca un cómodo respaldo o, si ya lo tienes, suavizar las barras metálicas con unas colchonetas tapizadas.
Por el contrario, crees que ese diseño con capitoné hasta el techo será comodísimo pero, una vez puesto, hace que el resto del mobiliario parezca salido de la casa de los siete enanitos... Jugar con los contrastes crea impacto pero, en estancias no muy grandes, es mejor elegir un equipamiento proporcionado que potencie la sensación de amplitud.
Top 5 de los errores más frecuentes
- Demasiado blanco: tu cuarto no puede parecer un hospital
- Pasarse con la luz: no, tampoco es un aeropuerto.
- Cama demasiado grande: a veces, como más juntos, mejor.
- Cabecero que no te pega: el hierro forjado para los castillos.
- Abuso de cojines: luego no sabes qué hacer con ellos.
7. Un fondo de armario para tu cama
La ropa de cama tiene el poder de transformar el ambiente del dormitorio con poco dinero. Un diseño impactante o colorista aporta un acento de estilo a una habitación neutra aunque también puede hacer que nos cansemos antes de él.
Lo mejor es que te hagas con unos juegos de cama de diseños sobrios y atemporales a los que siempre podrás dar un aire nuevo con plaids, boutís o cuadrantes con motivos más llamativos. Ahorrarás en dinero y en espacio en el armario.
8. Demasiados cojines
¿Quién no querría lanzarse sobre una de esas camas con infinidad de cojines de todas las formas y medidas? No solo invitan al descanso, sino que crean un gran efecto con una mínima inversión. El problema llega al caer la noche, cuando hay que encontrarles un lugar a todos esos cojines. Y es que, o tienes un hueco especialmente para a ellos –como un arcón o un puf a pie de cama– o acabarán tirados por los suelos. Simplifica el proceso reduciendo el número de almohadones a un par bien escogidos y, si quieres un efecto más mullido, siempre puedes combinarlos con unas colchonetas fijadas a la pared.
Para un efecto mullido, pero sin tantos cojines, combínalos con colchonetas fijadas a la pared
9. ¿Todo a juego?
A veces, parece que elegir un conjunto de muebles a juego es la opción más segura, aunque puede acabar siendo también monótona y sin personalidad. Lo ideal es combinar algunos de estos elementos con piezas que aporten un acento de estilo y animen el conjunto. Y no tengas prisa: empieza por los elementos básicos –cama y armario– y date tiempo para descubrir con qué quieres combinarlos.
10. Alfombras a tus pies
Arropa tu dormitorio con unas alfombras pero ten presente que no sirve cualquiera. Por muy decorativas y limpias que sean las de sisal, por ejemplo, es conveniente evitarlas con los pies descalzos, ya que pueden resultar desagradables, sobre todo las de mayor relieve. En su lugar, elige modelos de lana natural, mejor de pelo largo y mullido.
También es básico calcular la medida para que el espacio se vea equilibrado. Aunque dependerá de la distribución del mobiliario, lo habitual es que las situadas a ambos lados de la cama ocupen unos dos tercios de su longitud. Otra opción es colocar una a medida que abarque toda la cama y que sobresalga por ambos lados y por el pie; solo a pie de cama... Tú decides.
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