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1.

Cuando las telas mandan

El sofá y la mesa de centro (de La Maison) tapizados en terciopelo verde agua inundan con su luz y brillo el salón. Un sofá lleno de cojines es una invitación a sentarse, mientras que el capitoné de la mesa le da un toque de estilo muy chic. Las paredes con molduras en blanco y el suelo de madera son una base atemporal perfecta para que las telas con color destaquen.  

2.

Con un sofá basta

El sofá rinconero es capaz y propicia las conversaciones a la vez que hace de separador natural entre salón y comedor. También es cómodo para tumbarse a la hora de la siesta o la sesión de cine en casa. Y no olvides que en el salón una buena alfombra asienta el estar y lo hace más acogedor.

3.

Cuantos más, mejor

 Un sofá rinconero (de Maisons du Monde) es perfecto para sumar asientos en un salón que hace esquina. Además, su respaldo bajo se adapta al espacio bajo la ventana sin impedir la entrada de la luz. Dos alfombras superpuestas dan un aspecto más vestido al salón y son una base mullida para los niños. 

4.

A prueba de niños

En una familia de cinco el sofá debe ser generoso (este lo es), cómodo y resistente. Una tapicería gris oscuro, si el resto es claro, es una gran elección. Una chaise longue y un puf completan el estar. Cuando el sofá se arrima a la ventana, no hay nada mejor que un estor para vestirla y filtrar la luz sin interferir con el respaldo.

5.

Arropado por la madera

 En las vigas, el suelo, las puertas, algunas piezas... La madera es protagonista en este salón, decorado por Il Coc Interiores, que encuentra el equilibrio perfecto entre lo rústico y lo afrancesado. Los grandes ventanales y la presencia del blanco, en paredes, techos y piezas principales, como el sofá (de Ikea), rebajan el peso de la madera y llenan el salón de claridad, a la vez que lo agrandan visualmente.

6.

Un nuevo rústico

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Las piezas antiguas, como la mesa del comedor o la cómoda del salón, llenan con el encanto de lo vivido cualquier rincón y son perfectas para una casa de campo. Telas como linos, arpilleras o estampados de flores dan un toque de frescor y un aire artesano al ambiente. No te olvides de las fibras, forman un dúo infalible junto con la madera. 

7.

Una mesa muy especial

Un solo mueble con mucha personalidad es capaz de darle estilo a tu salón. Imagínate este sin su mesa de centro. No sería el mismo. Es un diseño de hierro y madera del Estudio Miriam Marin. Si quieres que la mesa sea protagonista elígela grande, pero siempre en proporción al salón y al resto de muebles. Y deja que luzca, enmárcala con una alfombra y respeta las distancias con los sofás, unos 30 cm.

8.

Aprovecha las vistas

Arrima los sofás a las paredes para no tapar las vistas ni el paso de la claridad. Es un buen recurso para despejar el espacio central y que el salón se vea más grande.Elige colores claros, se alían con la luz, y piezas ligeras y tramadas, como estos pufs de caña, que la dejan pasar. Además tienen la versatilidad en su ADN ya que sirven de asiento y de mesa auxiliar. 

9.

Paredes con historia

 ¡Y los techos también! En un salón con molduras y una chimenea de origen, como aquí, deja que destaquen porque decoran por sí solos. Píntalos en blanco: les das luz y muestras mejor sus formas y relieves. Si el salón tiene muchos sofás elige una mesa de centro con sobre de cristal: es más ligera y compensa el peso del resto. Además, con una balda inferior es mucho más práctica para mantener el orden. 

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Bien integrados

 Se ha aprovechado el espacio de la chimenea para crear un estar más recogido con dos butacas (de Coton et Bois). En el estar con tres sofás en 'U' (de Ventura Decoración) es donde se reúne toda la familia. Los cuadros apoyados, no colgados, en la repisa de la chimenea ponen un toque actual. Ojo, no la llenes en exceso. 

Decorar el salón y acertar, eso sí que es un dilema. Es la estancia más vivida de la casa, la que más disfrutas y, también, la que más enseñas. Por eso, debe ser un reflejo de tus necesidades y manera de ser sin olvidarte de la estética. El objetivo es que te haga feliz y que tus invitados se sientan como en casa. ¿La fórmula secreta para lograrlo? Te ayudamos a encontrarla

Busca sus puntos fuertes

Hay salones que ya de partida tienen mucho ganado. Un techo con vigas, unas molduras en las paredes, un suelo de madera... Si los tienes estás de enhorabuena porque su sola presencia sube el nivel de tu salón. Por eso, no caigas en el error de no sacarle partido. No tapes un suelo bonito con mil alfombras, si es original púlelo y que brille. Y lo mismo con las molduras, píntalas en blanco y verás como destaca su silueta. Con una buena base, todo es más sencillo.

Abre paso a la luz

Un salón con un buen ventanal es otro regalo que no debes desperdiciar. Coloca los muebles de manera que la claridad tenga paso libre. Verás como parecerá mucho más grande. Además, al distribuir hacia el exterior también crecerá hacia afuera. Y mucho cuidado con la tela que eliges para vestir tus ventanas. Tonos claros y telas tramadas son la mejor apuesta. Y si tienes los muebles arrimados a ellas, nada de cortinas, mejor unos estores que son elegantes y más prácticos.

El sofá es el rey

En la mayoría de los salones así es. Por eso, su elección debe ser objeto de un profundo debate familiar. Con las plazas no seas rácano, siempre debe sobrar alguna más de los que sois en casa. Que tenga el grado justo de firmeza y de adaptabilidad para que sentarse no sea una guerra de cojines (para encontrar la posición adecuada). Busca un diseño que encaje en el estilo del salón y un tapizado que, o bien, se mimetice con el resto o tenga un color un poco más subido y que diga: aquí estoy yo.
Pero ojo se listo y no te pases. Busca un color más intenso pero no demasiado especial si no quieres cansarte a los cuatro días de él. Piensa que cojines y plaids ya te ayudarán a darle ese toque actual que necesita.

El salón es de todos

Aunque hablemos de salones de revista eso no quiere decir que sean de mírame y no me toques. Si tienes niños y quieres un sofá claro, no te pases el día regañándoles, con una buena funda (lavable) vivirás mucho más tranquilo. Antes de decorarlo debes pensar en todas las actividades que se desarrollan en él: leer, ver la tele, jugar, hacer los deberes, trabajar... y prever un rincón adecuado para cada una.
Y no te olvides de darle el toque final, esas pequeñas pinceladas que contarán al resto del mundo que el que habita ese salón es un viajero empedernido o un amante del fotografía. Tu salón, para ser acogedor, debe hablar de ti (y de los tuyos).