La jubilación marca el inicio de una nueva etapa en la que se recupera el tiempo y, con él, las ganas de disfrutar de la casa de otra manera. La cocina, que durante años ha sido el centro de rutinas apresuradas, se transforma ahora en un espacio donde todo puede ir más despacio: desde preparar las comidas hasta disfrutar de cada momento en ella. Por eso, reformarla con visión de futuro no solo es una buena decisión, es una inversión en bienestar.

Independientemente de si es una cocina pequeña, grande, blanca o de colores, debe estar adaptada a esta etapa de la vida y ser funcional, cómoda, fácil de mantener (aunque también acogedora, no vamos a negarlo)- Pero ¿por dónde empezar? La interiorista Susana Urbano tiene la solución y nos da todas las claves para proyectar una cocina a la altura de esta nuevo ciclo, pensada para saborear el presente, disfrutar de los pequeños placeres entre fogones y ganar en confort y calidad de vida.