La vejez se asocia muchas veces con la soledad, y eso es algo que puede llegar a aterrarnos. Llegados a ese momento de nuestra vida, queremos estar acompañados por la gente a la que más queremos, y no tener la sensación nunca de que estamos solos. Antes de llegar a esta situación, siete amigas han pensado en la mejor solución. Han decidido dar un paso valiente y emocionante: construirse una casa juntas para disfrutar de su jubilación en compañía. Son amigas desde hace más de dos décadas, y lo que comenzó como una broma entre cenas y copas de vino se ha convertido en una historia real, inspiradora y llena de significado.
El sueño compartido de envejecer juntas
Todo empezó con una pregunta lanzada al aire: "¿Y si cuando nos jubilemos vivimos juntas?". Lo que parecía una idea fantasiosa, de esa que te imaginas pero saber que es difícil que llegue a ocurrir, se transformó en proyecto real, reflejándose en una vivienda en la localidad china de Guangzhou, donde estas amigas decidieron construir una casa diseñada a su medida.

Youtube: YitiaoTV
No solo comparten la propiedad, también comparten una visión de vida: la de afrontar el envejecimiento desde el cuidado mutuo, la autonomía y la alegría de vivir en comunidad. "Pensamos que sería divertido vivir todas juntas cuando seamos mayores. Tener una casa donde cuidarnos, cocinar juntas y compartir la vida", explica una de ellas en un vídeo que ya ha dado la vuelta al mundo. La idea les rondaba desde hacía tiempo, pero fue en 2018 cuando encontraron un terreno adecuado y decidieron embarcarse en la construcción del que hoy es su hogar definitivo.
Una casa pensada para convivir (y para disfrutar)

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La vivienda se construyó desde cero y responde a una filosofía muy concreta: cada una de ellas tiene su espacio privado, pero hay también zonas comunes diseñadas para el disfrute colectivo. Se trata de una casa de tres plantas y unos 700 metros cuadrados, donde los espacios abiertos, la luz natural y la conexión con el paisaje tienen un papel protagonista.

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En la planta baja, un salón con amplios ventanales se convierte en el punto neurálgico de la convivencia. Allí se organizan charlas, tardes de té y sesiones de cine improvisadas.

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La cocina, completamente abierta y equipada, permite que cocinar sea una experiencia compartida. Además está conectada a un amplio comedor para que, además de las propietarias, también puedan recibir visitas de amigos y familiares.

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En el exterior, una gran terraza con jardín rodea la casa y alberga huertos, una zona de barbacoa y espacios para sentarse a leer, hacer yoga en grupo o simplemente contemplar el entorno.

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Cada amiga tiene su habitación privada, decorada según sus gustos, con baño y acceso independiente. Pero lo más importante, según ellas, es el equilibrio entre la intimidad y la convivencia: "No estamos las 24 horas juntas, respetamos los espacios individuales. Pero sabemos que estamos ahí, las unas para las otras".
Más que una casa: un modelo de vida
Este proyecto no es solo una anécdota encantadora. En realidad, forma parte de una tendencia creciente conocida como 'cohousing sénior', una alternativa a las residencias tradicionales en la que personas mayores se organizan para vivir juntas en comunidad, apoyándose mutuamente y manteniendo su independencia.

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Las protagonistas de esta historia lo tienen claro: no querían acabar en una residencia, ni depender exclusivamente de sus hijos. Querían decidir cómo vivir, con quién y de qué manera. Y en esa decisión, la amistad ha sido el motor: "Nos conocemos desde hace más de 20 años. Sabemos lo que nos gusta y lo que no. Nos reímos mucho y eso es lo más importante".
Además, han dividido las tareas según las habilidades de cada una: una se encarga de la cocina, otra del jardín, otra de la decoración… Y todas participan en el cuidado del hogar común. Incluso han pensado en contratar ayuda externa si fuera necesario en el futuro, porque no quieren renunciar a su autonomía, pero tampoco temen pedir apoyo si lo necesitan. Su casa, llena de luz, color y vida, no solo es un refugio, también es un manifiesto de libertad, sororidad y amor por la vida compartida. Y su historia, sin duda, es una inspiración para quienes aún sueñan con un final feliz, y en compañía.
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