¡Acertarás!

3 normas que SÍ y 3 normas que NO deberías seguir cuando eliges un sofá

Te contamos qué seis aspectos debes tener en cuenta antes de decidirte por un sofá. Si sigues esta pequeña guía, tu nueva adquisición será perfecta

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¿Ha llegado el momento de renovar el sofá y no sabes por dónde empezar? Si no es el primero que compras, es probable que algunas cuestiones las tengas más o menos claras. La experiencia –y los errores– te habrán enseñado cuánto debe medir tu sofá, si lo prefieres duro o blando o qué tipo de tapicería quieres. Pero aun así, hay otros aspectos, como el tipo de armazón, la ergonomía o la forma, que también son cruciales valorar a la hora de elegir un sofá.

Por eso, tanto si es la primera vez que te lanzas a comprar la pieza más importante de tu salón, como si ya tuviste oportunidad de comprobar que decidirse por un modelo lleva su tiempo y no debe hacerse a la ligera, te planteamos 3 normas que SÍ debe cumplir un sofá para que se acerque lo máximo posible al modelo perfecto para ti y otros 3 requisitos NO tienes por qué pedirle.

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3 Normas a tener en cuenta

1. Que tenga un tamaño proporcional a las dimensiones de tu salón

El sofá es el rey del salón. Y no solo porque nos guste tumbarnos en él para ver nuestras series preferidas o porque sea el punto de encuentro de toda la familia, el lugar donde disfrutamos de entretenidas y divertidas charlas. También porque es la pieza más voluminosa del salón. Por eso, el tamaño del sofá va a depender siempre del espacio del que disponemos, es decir, de las dimensiones de la zona de estar.

Es fundamental que el sofá deje un ambiente cómodo y desahogado, que no sea demasiado grande, porque sería un armatoste, pero tampoco pequeño o se vería perdido en el espacio. Así que, antes de lanzarte a la compra, toma bien las medidas de tu salón. Un truco: una vez que tengas seleccionado el modelo que te gusta, haz una plantilla con papel de periódico y colócala en el suelo, en el lugar que ocupará el sofá, para ver cómo quedaría.

Importante: valora también el tamaño de la mesa de centro y de las auxiliares. Recuerda que hay que evitar siempre la sensación de agobio y saturación. Si tu salón no es muy grande, lo ideal es que optes por un sofá de dos plazas y, en caso de necesitar asientos extra, lo completes con estilosas butacas o pufs.

Apunta estas medidas:

  • Un sofá de dos plazas mide unos 180 cm de ancho.
  • Un modelo de tres plazas unos 230 cm.
  • Los sofás de cuatro plazas solo se recomiendan para salones a partir de 40 m².
  • Conviene que el sofá mida uno 90 cm menos que la pared que lo albergará, de manera que queden 45 cm libres a cada lado del sofá.
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2. Que sea ergonómico

Elige un sofá que sea, ante todo, cómodo o, de lo contrario, te arrepentirás durante años, ya que es un mueble que no se suele cambiar con mucha frecuencia. Si vas a una tienda física, mira distintos modelos, toca sus telas para comprobar si son o no son agradables al tacto, siéntate y prueba diferentes posiciones. ¡Que no te dé vergüenza!

En este aspecto también hay una serie de medidas a tener en cuenta:

  • El asiento debe tener una profundidad entre 65 y 75 centímetros.
  • La altura del respaldo debe ser entre 80 y 90 cm.
  • El reposabrazos ideal mide entre 15 y 20 cm.

“Un truco para no tener que medir es sentarse en el sofá: si la espalda toca el respaldo, los pies están en el suelo sin dificultad y no sentimos incomodidad en las rodillas, esa es nuestra medida. A tener en cuenta también es que las caderas no han de quedar más hundidas que las rodillas y que el brazo ha de apoyarse cómodamente en el reposabrazos, que tendrá que estar a la altura del codo, nunca más abajo”, cuentan desde PortobelloStreet.

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3. Que sea un diseño resistente y de calidad

¿Cómo puedes saberlo? Muy fácil. Pregunta por el armazón, o lo que es lo mismo, el esqueleto del sofá, lo que hace que se mantenga firme. Una estructura de buena calidad es vital para que tu sofá dure más tiempo. “Una manera de saber si un sofá es resistente es levantarlo del suelo unos 15 cm por una de las patas. Si la otra pata se levanta del suelo de manera uniforme y el sofá no se inclina, es que su estructura es resistente. Lo más habitual es que la estructura de un sofá sea o bien de madera o bien de metal, ambos materiales muy resistentes”, apuntan desde Portobello Street.

También es importante que tengas en cuenta de qué calidad son las espumas y rellenos. El mejor relleno dependerá de tu gusto y del presupuesto del que dispongas. La espuma es la solución más habitual, pero también pueden ser de sintéticos, como látex o fibra soft. Da igual cuál escojas si te aseguras que es de alta densidad y transpirable. También hay sofás de plumas, de oca o de ganso. Este relleno es el más cómodo y es perfecto para los cojines del respaldo.

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3 normas que no tienen sentido

1. Que prime el diseño

Buscar un sofá que encaje, no solo con tus gustos, sino también con los colores y el estilo decorativo de tu salón es primordial. Eso sí. Lo que no tiene sentido es que te enamores de un sofá chester –súper elegantes, pero nada cómodos–, si tienes pensado darle mucho trote, tumbarte o apoyarte en sus reposabrazos. Es perfecto para una zona de tertulia, aunque si buscas un sofá para poner en frente de la tele, mejor elegir un sofá con el respaldo alto, que recoja la espalda y puedas apoyar la cabeza. Y que sus reposabrazos no sean rígidos, o tus cervicales sufrirán cada vez que te tumbes sobre ellos. Eso, o acompañar el chester de un sofá donde sí puedas echarte la siesta.

Como ves el diseño del sofá debe ir en consonancia también con el uso que vayáis a darle. Hay diseños pensados para diferentes usos, tenlo en cuenta.

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2. Pensar de antemano en proteger la tapicería con una funda

Las fundas de sofá están muy bien para renovar un asiento que ha sufrido el paso del tiempo o para proteger su tapicería de los pelos de tu mascota, pero piensa que vas a comprar un sofá nuevo. Nada como disfrutar del tacto y vistosidad de una buena tela. Por eso, si tienes niños pequeños, no elijas un sofá con una tapicería delicada pensando en cubrirla.

Elegir la tapicería del sofá es otra decisión importante. “Si queremos que el tapizado dure el máximo tiempo en perfecto estado, lo mejor es elegir telas que soporten mejor el desgaste y que sean fáciles de limpiar. Hoy es día es fácil encontrar múltiples telas de algodón, de lino, de algodón y poliéster, que son resistentes, y la variedad es tan amplia que incluso es difícil decidirse por un modelo concreto”, nos cuentan desde Gancedo.

El tejido más habitual es el algodón, debido a su elasticidad, resistencia y frescura que aporta. La chenilla, por su resistencia, suavidad y su agradable tacto aterciopelado, es también una buena opción. El terciopelo, la piel –natural o sintética– o la loneta son otras opciones.

3. Que sea mucho más que un asiento

¿Realmente necesitas que tu nuevo sofá tenga mecanismos de relax? ¿Y qué los asientos sean abatibles o el cabezal reclinable? Encontrarás sofás equipados con todo tipo de funciones que, sin duda, elevarán su precio. Por eso, antes de lanzarte a la compra de tu nuevo sofá, valora muy bien si cualquiera de esas opciones merece la pena, si vas a sacarles partido o si, por el contrario, prefieres destinar ese dinero a un sofá de mejor calidad.

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