Luis Peixoto, interiorista: "Una mala distribución convierte el sofá en el problema"

Antes de mover muebles como si estuvieses en plena mudanza emocional, piensa: ¿para qué vas a usar el salón? ¿Netflix y manta? ¿Recibir visitas? ¿Leer bajo la ventana? La clave está en la funcionalidad. La distribución debe responder a tu vida, no a lo que viste en Pinterest. Así evitarás convertir el sofá en un obstáculo más que en un aliado.

No hay una única forma correcta de colocar un sofá, pero sí hay errores que conviene evitar. El más común: ponerlo de espaldas a la entrada. Esa posición genera una barrera visual poco acogedora. Siempre que sea posible, oriéntalo hacia el punto focal del salón: un ventanal, una chimenea o la tele. Y si va contra la pared, añade otro elemento visual potente, como una lámpara o una estantería, para equilibrar el peso visual del espacio.

En muchos salones pequeños, no hay escapatoria: el sofá queda justo al lado de la entrada. ¿Solución? Elegir un modelo ligero o de líneas sencillas, sin brazos anchos ni respaldos voluminosos. Colocar una consola baja o un banco detrás del sofá puede suavizar el impacto visual y generar una especie de recibidor. Y una alfombra ayuda a delimitar visualmente el área del salón desde el momento en que entras.

Hoy en día, muchos salones cumplen varias funciones. En estos casos, la distribución tiene que ser aún más intencionada. Una buena estrategia es dividir el espacio por zonas con alfombras, cambios de iluminación o disposición del mobiliario.

El sofá puede actuar como separador visual, pero sin bloquear el paso. Y si el espacio es limitado, opta por muebles bajos o abiertos, que no interrumpan la continuidad visual.

Este detalle puede parecer menor, pero es clave para la comodidad diaria. La distancia ideal entre el borde del sofá y la mesa de centro está entre los 40 y 50 centímetros. De esa forma, puedes dejar una taza o tomar el mando sin estirarte de más, y al mismo tiempo te puedes mover sin tropezones. Parece poco, pero cambia mucho.

A veces, por falta de espacio, colocamos el sofá todo lo pegado posible a la pared o a una ventana. Pero incluso ahí, dejar unos centímetros marca la diferencia. Con 10 o 15 cm detrás ya puedes limpiar, moverlo con facilidad o evitar marcas en la pintura. Si hay una ventana, intenta dejar al menos 20 o 30 cm para que entre bien la luz y puedas abrirla sin problemas.

Cuando salón y comedor están en la misma estancia, hay que cuidar la distancia entre ambos. Brákara recomienda al menos 90 cm entre el sofá y la mesa del comedor, para que las personas puedan sentarse, levantarse y moverse sin estrecheces. Si no llegas a tanto, al menos intenta que ninguna silla se quede atrapada entre el respaldo del sofá y la mesa.

El último consejo es quizá el más importante: elige el sofá en función del espacio, no solo de tu gusto. En salones pequeños, lo mejor es optar por sofás de dos plazas o modulares ligeros. En salones medianos, un sofá en L puede aprovechar bien las esquinas, siempre que no bloquee los accesos. Y si tienes la suerte de contar con un gran salón, puedes jugar más: sofás enfrentados, módulos amplios o incluso rincones diferenciados para distintas actividades.