Una increíble cabaña para pasar el invierno arropados con su chimenea de piedra y mantas de cuadros

"Era la típica casa de montaña, desaprovechada y algo fea, pero lo peor era que tenía pocas ventanas y pequeñas, así que la intervención, sobre todo, consistió en abrir ventanas donde se pudiera, además de una distribución nueva", nos cuentan desde Ventura Estudio.  

Los arquitectos trabajaron al alimón con la decoradora Carolina Juanes, que no solo ha vestido la casa, sino que ha diseñado varios muebles, como los sofás del salón. Era la primera vez que el estudio trabajaba a distancia con la decoradora aranesa: “Lo que hicimos fue tener los planos bastante definidos, hacíamos visitas a menudo y, lo más importante, Carolina Juanes coordinaba el proyecto desde allí, ¡nos entendimos perfectamente!”, explica Juan Carlos

Al no ser demasiado grande, fue necesario hacer varios muebles a medida, como la espectacular librería del salón. "Incorporamos el leñero y un mueble alrededor de la chimenea de piedra original para hacerla más moderna, con el armario a la derecha y la tele a la izquierda", nos cuenta Juan Carlos. 

Todo está pensado al milímetro porque aunque parezca grande, ¡la casa no supera los 100 metros cuadrados repartidos en cuatro plantas! En la imagen se ve cómo la cocina y el salón se comunican con la escalera.

Y en esta imagen, podemos ver cómo el comedor se integra en la cocina. El suelo, de pino blanco en toda la casa, ayuda a dar fluidez y luminosidad a toda la vivienda, pero sin perder la calidez que aporta la madera.

El salón es tan recogido y práctico como la cocina, de roble natural, que pretende hacerse pasar por mueble del salón. Cuenta con un estilo natural, sencillo y sin tiradores, lo que potencia esa fusión con el resto de la planta. 

El principal obstáculo de la reforma fueron los trámites en licencias que suponían las nuevas ventanas, algunas hoy tan necesarias como la que está sobre el banco a medida del comedor, ¡parece que siempre ha estado ahí!

El techo –con excepción de las vigas– lo pintaron de blanco, a juego con el suelo de la casa, que es de pino lacado en blanco excepto en los escalones. Hicieron lo mismo con las escaleras, que son de madera de pino pintada de blanco. Y los escalones se forraron de maqueta, una decisión tan funcional como estética. Bajo la escalera, un armario empotrado pintado de blanco se disimula genial y supone un gran alivio de almacenaje.

Conservaron pocos elementos, como las vigas, que "son de madera de abeto teñido en nogal oscuro, el mismo color que estaba en toda la casa antes de la reforma", explica el arquitecto. ¿El objetivo? Llenar el espacio de luz. ¡Y lo consiguieron!

En la buhardilla consiguieron colocar una minioficina súper práctica con las mejores vistas del mundo.

En la misma buhardilla, al lado del pequeño despacho, también se hicieron unos bancos con cajones a medida. Y es que lo que no falta en esta casa de montaña son los escondites para guardar, que ofrecen mucho espacio de almacenaje y de una manera muy discreta.

Las camas están puestas en línea para aprovechar el espacio y se colocaron bajo las ventanas abuhardilladas, de manera que se puede disfrutar de las estrellas estando tumbado.

Como cabeceros se colocaron tablones de madera y se añadió un espejo, que ayuda a multiplicar la luz.

El suelo del baño es de baldosa hidráulica a juego con el plato de ducha negro. Los azulejos son tipo metro con brillo, una opción actual que potencia la luz, efecto que se ve incrementado con la mampara, con un fino perfil superior de acero inoxidable.