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1.

Muros de piedra

Salón con muros de piedra

Cuando Clara, la propietaria de esta casa, se encontró con ella tuvo que sopesar. A favor: su encanto y que era lo que siempre había soñado Peter, la última casa del pueblo y con un pequeño jardín delante. En contra: “Era una verdadera ruina, de 1750, la planta baja no tenía suelo sino tierra porque allí estaban los animales”, prosigue.

Sofás a medida de Miki Beumala. Mesas de centro de Taller de las Indias. Chimenea recuperada de Mercantic y espejo de Antrazita.

2.

La Provenza ampurdanesa

Salón con muro de piedras

"Peter, mi marido, y yo siempre hemos estado enamorados de la Provenza, pero una casa allí era inviable”, nos cuenta. “Por eso nuestro hijo nos insistía en comprar una en el Ampurdán. Seleccionó diez en internet y la primera que vimos en persona fue la que nos quedamos”, añade.

Sofá de Miki Beumala. Butaca de Zara Home, como el cojín de borreguillo. Alfombra de Hamid y mesas de Taller de las Indias. Mantas y cojines de Sitjar.

3.

Un duro proceso

Comedor

“Tardamos año y medio en rehabilitarla, porque cuesta más reformar que construir desde cero”, comenta. Dedicaron la planta baja a la cocina y el comedor; la intermedia al salón y el dormitorio principal; y, la tercera, a los dormitorios de sus hijos.

Mesa de Tomás Daviu. Sillas de Kave Home. Lámpara de Gala Llum. Cubertería de Catalina House. Bajoplatos de Maisons du Monde.

4.

Respetar la tradición

Comedor

La alacena del comedor es el único mueble que pudieron conservar de la casa original, explica Clara, aunque tuvieron que recortarlo, decaparlo y pintarlo en crudo para colocarlo en su actual ubicación.

Sobre la mesa, platos heredados y mantel de Zara Home. Al fondo, la despensa estaba en la casa.

5.

Cocina rústica y moderna

Cocina

Clara diseñó la cocina moderna de madera con encimera de Neolith en un tono antracita. “Las ventanas verdes las vi en un hotel, Les Hamaques, y me encantaron”, explica.

La cocina es un diseño de la propietaria realizado por Dissart Cuines. Grifo de Pyramis. Placa de Bosch. Alfombra de Jordi Batlle. Focos de Maisons du Monde.

6.

Volta catalana

Dormitorios

En la zona de los dormitorios se aprecian los bellos guiños al pasado, como el techo en volta. A todo el que visita la casa le impresiona el dormitorio principal: “Juntamos el que fuera el comedor con el dormitorio original y, de ahí, salió vestidor, cuarto de baño, dormitorio y la zona de lectura”, nos cuenta la propietaria.

Cabecero de obra. Cojines, almohadas y juego de cama de La Maison. Alfombras de Zara Home. Banco de Jordi Batlle. Espejo heredado.

 

7.

Truco visual

Dormitorios

Para simular que los techos son más altos, los armarios, hechos a medida por Fusteria El Passeig, no llegan hasta arriba. El efecto es rústico y despejado.

Plaid verde de Sitjar. Cojines de cuadros, cojín verde caza y juego de cama de lino de La Maison. Manta de Zara Home.

8.

Más luz

Un dormitorio luminoso

Ese pequeño murete a media altura es el vestigio de donde pensaban colocar un despacho, pero en una visita de obra se convencieron de que era mejor ganar toda esa luz natural para el dormitorio. Ayudan a la luz las ventanas que, de nuevo, Clara había ‘fichado’ en una revista.

Juego de cama, almohadas y cuadrantes de lino, de La Maison. Manta de Zara Home. Banqueta de Pere Batlle. Al fondo, lámpara de herencia.

9.

Terraza con vistas

Una preciosa terraza con vistas

En el dormitorio una luminosa zona de lectura conduce a la terraza cuya puerta diseñó la propia Clara. “Estoy muy satisfecha de mi casa”, nos acaba confesando. ¡Y es que es pura inspiración!

Mesa de madera redonda y butaca tapizada de Antrazita. Banqueta plegable de herencia. Alfombra de Zara Home

El pasado de esta casa de 1750 era tan rural que en la planta baja no había suelo, sino tierra: los animales estaban aquí, mientras que las plantas superiores eran las zonas residenciales. Clara y Peter, el matrimonio propietario, preservaron su esencia rústica al modernizarla. “Aunque no me gustan demasiado las paredes de piedra, las conservamos donde se pudo”, reconoce Clara. También preservaron la volta catalana y las vigas aunque no pudieron salvarse y por ello crearon unas idénticas. En el suelo de toda la casa, apostaron por toba artesana para mantener esa esencia y abrieron nuevas ventanas para inundar de luz toda la vivienda.

Clara no es decoradora profesional, pero en sus viajes, sus colecciones de revistas y paseos por mercadillos y anticuarios encuentra constantes fuentes de inspiración, como el color ‘harina tostada’ que pinta toda la casa y vio en El Mueble. Esas nuevas ideas van como un guante a los detalles originales, como la pared de piedra. En ella quedan los restos ennegrecidos del horno de leña que han preservado, aunque inutilizado. La nueva chimenea, de anticuario, está enfrente, y es de madera cubierta con hierro por dentro. Todas estas decisiones decorativas crean una atmósfera tan cálida como fresca.

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