"Esta casa tenía metros, unas vistas maravillosas al parque y una señora terraza. Pero debido a una pésima distribución de los espacios no se le sacaba partido a nada. ¡Ni a la terraza! Que no se usaba porque el acceso era incómodo", recuerda la decoradora Marta Prats. El diagnóstico estaba claro: tocaba meterle mano a la arquitectura para transformar esa casa de pueblo con una distribución anticuada en una moderna, cómoda y con una relación fluida entre los diferentes espacios y el exterior.
Lo primero fue reorganizar la zona de día, que tenía la cocina en la otra punta. De hecho, en su ubicación actual es donde antes había la escalera, que la reubicaron. "Con este cambio, acercamos la cocina a la zona de día y ganamos, a su vez, un acceso directo a la terraza, que ahora se ha revalorizado".