En solo un mes y medio, una casa normalita se convirtió en impresionante solo enfatizando lo que ya tenía: vigas, luz, vistas y un entorno privilegiado en Bilbao, tierra a la que hace un guiño a través del color. Blanco en vigas y techos. Azul en paredes y muebles, sobre todo a través de papel pintado más que por la pintura.
El aire de Bilbao definitivo llega en la cocina, a la que añadieron taburetes rojos... “Y ya te viene a la cabeza el Athletic de Bilbao”, bromea medio en serio la decoradora, que en las alfombras colocó un ribete azul. Los tres colores de una ciudad, juntos en un ático centenario actualizado para presente y futuro.