Cambiar las sábanases una tarea a la que no prestamos demasiada atención y, aunque lo hacemos de forma intuitiva cada semana (o, al menos, eso deberíamos hacer) no somos realmente conscientes de la cantidad de suciedad y microorganismos que acumulan al cabo de los días y que se acaba transmitiendo a nuestra piel e, incluso, afectando a nuestra salud, manifestándose en forma de irritaciones, de brotes de acné o, en situaciones excepcionales, en alergias. Además de la suciedad que se genera con el uso diario, con las células muertas que desprende nuestra piel y con todos los microorganismos que llevamos en nuestro pelo, las sábanas también cogen mucho polvo y eso se traduce en el campo de cultivo para la aparición de todo tipo de hongos y bacterias. 

Tener las sábanas limpias también nos ayudará a la hora de conseguir conciliar mejor el sueñoy, ahora en verano, con el exceso de sudoración, las altas temperaturas y la humedad que suele acumularse en nuestra casa, es vital cambiarlas con más frecuencia que el resto del año, para generar un clima agradable, saludable y acogedor en nuestro dormitorio, pudiendo descansar en un entorno fresco e higiénico. Pía Nieto (@piaorganiza) es experta en limpieza y tiene claro que, además, las sábanas bajeras se ensucian mucho más y tenemos que cambiarlas de forma semanal, si no queremos que se pongan amarillentas. ¡Te contamos lo que nos recomienda!

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Por qué hay que cambiar la sábana bajera en verano con frecuencia, según una experta

Pía Nieto (@piaorganiza) es experta en orden y limpieza y nos cuenta por qué debemos cambiar con frecuencia la sábana bajera en verano. Con la subida de las temperaturas, aumenta también la cantidad de bacterias y ácaros que se cuelan en nuestro hogar y que nos obligan a ser mucho más conscientes con nuestra limpieza.

A la hora de cambiar las sábanas, nuestros hábitos se deben repetir con mucha más frecuencia para evitar que todos estos microorganismos proliferen en ellas, sobre todo en la bajera que, con el sudor y el uso de todas las cremas y aceites que nos echamos al cabo del día, termina acumulando mucha grasa y oscureciendo, según explica la experta. "Si puedes, lava por separado y a más temperatura las bajeras junto con las fundas de almohada, ya que tienen más grasa y amarillean bastante. Eleva la temperatura a: 40-50ºC de vez en cuando", recomienda Pía Nieto.

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El Mueble

 

En primer lugar, la experta aclara que si nuestras sábanas son de tergal, debemos lavarlas a 20ºc y nunca utilizar suavizantes. No obstante, si son de algodón, asegura que podemos aumentar esa temperatura hasta los 30 0 40ºc y que, en función de las manchas, podremos aplicarle:

Lejía

Que debemos añadir a la lavadora una vez que haya cargado de agua parte del tambor, siendo conscientes de que, cuando está caliente, ataca fuertemente a los tejidos y solo actuará si estos están limpios y desengrasados. Asegura que es mucho mejor repetir el tratamiento las veces que sea necesario antes que aumentar la dosis y, que si nuestras sábanas no están bien aclaradas, cuando las vayamos a planchar veremos como terminan amarilleando. "Si la usas, fíjate primero en la dosis marcada por el fabricante", aclara la experta.

Blanqueantes o perboratos

Estas formulaciones, por lo general, son compatibles con otros componentes del detergente, fáciles de almacenar y nada peligrosas. Están compuestas por una gran fuente de cloro activo, fácil de manipular y dosificar y su liberación, al ser paulatina, causa menos daños que la de la lejía.

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Azulete

A la hora de usar este componente, Pía Nieto asegura que con una cucharadita de café de polvo es suficiente para una lavadora, pero que tan solo es recomendable para la ropa blanca y la de algodón. Su efecto es muy refrescante y si lo usamos en líquido, tendremos que diluirlo antes en una jarra de agua, asegurándonos de que la ropa del tambor está bien mojada.

La experta tiene claro que con estos trucos conseguiremos limpiar, desinfectar y cuidar nuestras sábanas de forma correcta, aunque deja claro que, ante las manchas de sangre que se pueden acumular en las mismas, debemos atacar rápidamente con agua fría y amoniaco, no usar nunca agua caliente porque se fijarán más a las fibras del tejido.

 

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