Por si acaso me quedo sin opciones, por si acaso algún día me vuelve a gustar milagrosamente, por si acaso vuelvo a entrar en la talla... Blablabla... ¡Déjate de ''por si acasos'' y cómprate un vestido del que no quieras separarte ni un momento! Con el paso de los años, y aunque sigamos teniendo unas piernas tonificadas, hay ciertas prendas que no nos favorecen. Es el caso de las micro faldas. Sí, pueden verse estupendas en pasarelas de moda y en reportajes fotográficos, pero no es una prenda que deba acompañarnos en nuestro día a día. Al fin y al cabo, ya sabes lo que decía Coco Chanel: "Viste vulgar y solo verán el vestido, viste elegante y verán a la mujer". Nos referimos a esas faldas baratas que imitan la piel y que quedan estupendas cuando tienes veinte años, pero que te vulgarizan hasta el infinito cuando pasas de los treinta. ¡Tíralas cuanto antes o regálaselas a tu sobrina! Estuvieron bien en su momento, pero ahora en serio, ¿quién quiere ir deslumbrando por la calle como si fuese el cartel de un bar cincuentero? Y no, Kim Kardashian y sus estridencias no cuentan. Colores neón... Au revoir! ¿Merece la pena el espacio que ocupan en tu armario para las pocas veces que te los pones? Si la respuesta es no, ya sabes lo que toca: ¡dónalos! El estilo ''bailarina de Degas'' que Carrie Bradshaw puso de moda en Sexo en Nueva York , ha pasado a mejor vida. Haznos caso, cuando retires de tu armario esa falda de tul alucinarás con todo el espacio que estaba ocupando innecesariamente. Puede que fueran el último grito hace un par de temporadas, pero esos vestidos con estampados excesivamente llamativos o extravagantes solo tienen un recorrido que termina cuando cesa la tendencia. ¡No somos Vivienne Westwood! Si estás segura de que la maternidad no volverá a estar entre tus planes, haz de tripas corazón y saca de tu armario todos los vestidos de premamá que aún conservas. Seguro que hay alguien que los disfrutará tanto como tú lo hiciste en su momento. Aunque no lo creas, llevan ahí porrones de años, sepultadas por otras prendas que sí te pones, esperando a ser descubiertas en algún momento. Para su desgracia, tenemos una mala noticia: si las has olvidado, es porque no te gustan lo suficiente, así que... next! No hay cosa más desfavorecedora que una prenda excesivamente ajustada, así que... ¡libérate! Huye como si no hubiera mañana de los vestidos que te oprimen y sacan a relucir el temido ''efecto embutido''. Sustitúyelos por vestidos frescos y ligeros que te ayuden a sobrellevar las altas temperaturas del verano que aún nos queda por delante. ¿Para una boda ? Bien. ¿Para despedir el año? Fenomenal. ¿Para ocupar un espacio en tu vestidor que podrías dedicar a prendas que te pongas con asiduidad? Fatal. Cuando se trata de faldas de lentejuelas... ¡piensa bien si realmente las volverás a usar! Se llevaron hasta la extenuación hace unas temporadas, y aún hoy seguimos viendo los cuellos bebé en camisetas y jerseys, pero este tipo de vestidos, a no ser que estés en la veintena, solo conseguirán sumarte años. ¡Diles adiós! Lo sabemos, quedan preciosos en las fotos y tienen un tacto irresistible, pero si no quieres parecer diez años mayor, ¡deshazte de tus vestidos de terciopelo! El día en que tu mejor amiga se casó fue inolvidable. La boda resultó todo un éxito, fueron felices y comieron perdices. ¡Y nos parece maravilloso! Pero... ¿qué hace el vestido de dama de honor dentro de tu armario después de veinte años? ¿No crees que es momento de donarlo o regalárselo a alguien que pueda necesitarlo? ¡Deja hueco para algo nuevo! Tú lo sabes. Nosotras lo sabemos. Ese vestido que guardas en tu armario desde los 90 no volverá a ver la luz, solo lo mantienes ahí para aferrarte al recuerdo de aquellas noches de fiesta. Hazte un favor y deshazte de él cuanto antes. ¡El pasado es pasado!