Los patios son (casi) tan antiguos como la humanidad. De hecho, las casas griegas ya contaban con zonas interiores a cielo descubierto destinadas a recoger el agua de la lluvia y, a la vez, llevar la luz al interior de las casas sin tener que abrir ventanas al exterior. Mucho ha llovido desde entonces, pero estos oasis domésticos han seguido acompañándonos en la senda de la evolución hasta día de hoy. Y es que, ¿quién querría prescindir de ellos con las enormes posibilidades que ofrecen?
Para sacarle el máximo partido lo mejor es pensar en los usos que te gustaría darle y, en función de los metros con los que cuentes, priorizar uno, dos o más –comedor de verano, estar, chill out, zona de recreo de los peques...–. Un consejo: no temas llenarlo, si está vacío te limitarás a mirarlo desde casa pero sin aprovecharlo. ¿Verdad que no te sentarás si no hay sillas? Pues eso, ¡a darle usos y vida!