Antes y después: 5 cocinas que eran viejas y ahora son súper modernas y espectaculares

Esta cocina necesitaba una actualización. No solo del mobiliario, que había quedado totalmente anticuado y con su tonalidad rojiza oscurecía muchísimo el espacio, sino de concepción. 

Con la reforma, los interioristas Meritxell Ribé y Josep Puigdomènech abrieron la cocina al resto de zona de día y le dieron una nueva imagen, creando un único espacio diáfano donde se ha potenciado la luz natural y las vistas al porche. Con ello, se ha ganado, además, comodidad, ya que el acceso al comedor es mucho más práctico. 

"Los propietarios tenían muy claro cómo querían la cocina: de tonalidades claras y con tiradores de concha. Que tuviera un punto clásico y con sabor campestre, pero a la vez que fuera atemporal", recuerda Meritxell Ribé. ¿Quieres ver el resto de la casa?

En este estado se encontraron la cocina los interioristas Meritxell Ribé y Josep Puigdomènech cuando recibieron el encargo de reformar este ático modernista de la ciudad de Barcelona. Era una cocina cerrada, que daba la espalda al resto de la vivienda, y que había quedado totalmente desfasada.  

Gracias a su nueva ubicación, la cocina se ha sacado de su "encierro" y se ha convertido en un área importante de la casa con acceso directo a la espectacular terraza. Se encuentra abierta al comedor y separada del salón por medio de una vitrinas recuperadas. 

En la línea del resto de la vivienda, la decoradora buscó darle un estilo que fuera en concordancia con la época de la vivienda, pero sin caer en un clasicismo excesivo: un pavimento hidráulico, una gran pila de mármol a modo de fregadero, una grifería retro...

Totalmente impracticable. Así era esta cocina antes de pasar por las manos del equipo de The Room Studio. Con la pintura desconchada, un mobiliario antiguo que se caía a pedazos y poca luz natural. 

No lo parece, pero es la "misma" cocina. El equipo de The Room Studio convirtió ese espacio cerrado y obsoleto en una cocina moderna, abierta a la zona de día mediante una gran cristalera de hierro y súper luminosa. El mobiliario de madera, los toque retro-industrial de la zona de fuegos, la campana y las lámparas, y un pavimento hidráulico dan personalidad a una cocina que ha renacido. 

Aunque disfrutaba de una ventana que daba al exterior, a la cocina le faltaba luz natural. ¿Te has fijado en las baldosas de la pared con motivos rupestres? Espera a ver el cambiazo...  

La interiorista aprovechó la reforma para comunicar la cocina, no solo con la zona de día, sino también con el exterior. Por eso se cambió la antigua ventana por un cerramiento de acero negro que inunda de luz la cocina y lleva las preciosas vistas del jardín al interior. Y ese espacio privilegiado lo habilitó como coqueto office. 

Esta cocina tenía metros, pero estaba totalmente desaprovechada y al no tener ventana, resultaba oscura y un poco fantasmagórica. Los tubos de las instalaciones a la vista aún la hacían más desangelada.  

¡Quién la ha visto y quién la ve! Los interioristas Meritxell Ribé y Josep Puigdomènech, de The Room Studio, incluyeron una península-barra en mármol blanco que permite la visibilidad al comedor sin obstáculos, gracias a una puerta corredera acristalada que separa ambos espacios. Se escogieron piezas sólidas que se combinaron con otras más contemporáneas logrando crear una cocina con reminiscencia clásica que se rebaja con el uso de elementos más informales.

La amplitud de la cocina permitía contar con un comedor de diario. Y, para que disfrutara de más claridad, se reemplazó una de las paredes por un cerramiento de cristal de estilo clásico. Los vidrios translúcidos dejan pasar la claridad pero, a la vez, dan intimidad y preservan la cocina de la vista. 

Oscura, con muebles pobres y desfasados e instalaciones totalmente obsoletas, esta cocina era la típica de las viviendas de antaño, donde la cocina y el lavadero quedaban relegados a la zona de servicio del piso. ¿El resultado? Una cocina aislada del resto de la vivienda y sin apenas luz natural.  

Con la reforma, los interioristas Meritxell Ribé y Josep Puigdomènech transformaron esa antigua cocina cerrada y obsoleta en un cubo acristalado de luz integrado en la zona de día y comunicado visualmente con ella. Y es que dos de sus cuatro paredes se reemplazaron por cerramientos acristalados, que combinan zonas transparentes con otras translúcidas para dar intimidad. 

Para el look de la cocina, el equipo de The Room Studio optó por una línea "clásicamente vanguardista", en sintonía con el estilo del resto de la vivienda. El mobiliario blanco se ha combinado con madera, que le da el contrapunto cálido, y detalles negros, como las lámparas, los tiradores o las vitrinas.