En un espacio como la cocina, donde la funcionalidad y la estética deben ir de la mano, hay un elemento que durante años ha pasado desapercibido y que, sin embargo, condiciona el uso diario tanto como la distribución o los electrodomésticos: el fregadero. ¿Debe tener más protagonismo del que se le suele dar? ¿Qué materiales son tendencia? ¿Cómo se elige el modelo adecuado para cada proyecto?
Para resolver estas preguntas, hablamos con la interiorista Laura Lapetina para que nos ofrezca una visión muy clara sobre la importancia de esta pieza. En esta entrevista, nos cuenta en qué se fija primero al elegir un fregadero, qué papel juega en el conjunto del diseño y cómo ha evolucionado su percepción dentro del mundo del interiorismo... ¡Toma nota de todo lo que nos cuenta!
PREGUNTA: ¿Qué importancia crees que debería tener el fregadero en el diseño global de una cocina?
Para mí el fregadero no es ningún elemento secundario en la cocina. Es ese elemento que usas mil veces al día y que, si está bien pensado, marca la diferencia. No solo tiene que ser práctico y estar bien ubicado, sino que también tiene que encajar con el estilo del espacio y aportar al conjunto.
A mí me encanta integrarlo como una pieza clave del diseño, no como algo que se pone al final sin pensar. Porque, seamos sinceros, pasamos tanto tiempo ahí que merece ser bonito, cómodo y funcional a partes iguales. Así que sí, el fregadero debería tener toda la importancia del mundo en el diseño de una cocina

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P: ¿Cuáles son los materiales para fregaderos que más se están utilizando actualmente y qué ventajas ofrecen?
Ahora mismo hay un montón de opciones interesantes en cuanto a materiales para fregaderos, y cada uno tiene lo suyo. Por ejemplo, los fregaderos de granito o resinas con cuarzo están super de moda. Son resistentes, no se rayan con facilidad y encima tienen ese punto mate que queda ideal en cocinas más modernas o minimalistas. El acero inoxidable sigue siendo un clásico que nunca falla. Es higiénico, fácil de limpiar y combina genial con estilos industriales o más profesionales.
Y luego están los fregaderos cerámicos, que me chiflan para cocinas con un toque más rústico o clásico; son muy duraderos y tienen ese aire atemporal que enamora, para mí los que más coloco dentro del estilo de mis cocinas, creo que le aportan ese punto de hogar rústico tan especial. Lo bonito de todo esto es que ya no hay que sacrificar diseño por funcionalidad. Hoy podemos elegir fregaderos que sean bonitos, resistentes y que encajen con el estilo de cada cocina como un guante.

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P: Cuando eliges un fregadero para un proyecto, ¿en qué te fijas primero: en la estética, en la funcionalidad o en cómo se integra en la distribución?
La verdad es que no hay una única cosa en la que me fije primero, porque todo depende del conjunto. Suelo empezar por ver cómo encaja el fregadero en la distribución general de la cocina. Tiene que estar bien situado para que el uso diario sea cómodo y fluido: cerca del lavavajillas, con buena zona de apoyo, sin entorpecer el resto de las tareas. Luego, claro, valoro la funcionalidad y, cómo no, la estética. Personalmente, me encantan los fregaderos de loza, me parecen preciosos y aportan un toque muy especial.
Pero también soy consciente de que no siempre encajan, ya sea por el tipo de distribución o porque el cliente tiene otra idea en mente. Y ahí está la clave: escuchar al cliente. Al final, cada cocina es un traje a medida, y lo importante es que el fregadero (como todo lo demás) refleje su estilo y necesidades. Yo aporto mi experiencia y mis preferencias, pero siempre con la mente abierta para adaptarnos a lo que mejor funcione en cada caso. En muchos de tus proyectos apuestas por fregaderos antiguos, grandes, de mármol.

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P: ¿Qué te atrae de estas piezas y qué aportan a la cocina que no dan otros fregaderos más actuales?
¡Es que esos fregaderos antiguos de mármol tienen un encanto que no se puede imitar! Me atraen por su historia, por esa sensación de solidez y carácter que transmiten. No son solo piezas funcionales, son verdaderas joyas arquitectónicas que te cuentan cosas, que aportan alma a la cocina. No pasan desapercibidos, se convierten en el corazón de la cocina, aunque a nivel práctico puedan ser más delicados o requieran ciertos cuidados.
Me gusta apostar por ellos cuando el proyecto lo permite, tanto por distribución como por estilo. No encajan en todas las cocinas, pero cuando lo hacen… es magia pura. Le dan al espacio una autenticidad y una calidez que difícilmente se consigue con un fregadero moderno.

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P: ¿Qué consejos darías a alguien que está eligiendo fregadero y no sabe si optar por uno diseño, uno doble, con escurridor, etc.?
Lo primero que le diría es: piensa en cómo usas la cocina en tu día a día. Porque no hay un fregadero "mejor" en general, sino el que mejor se adapta a tu forma de cocinar, organizarte y disfrutar del espacio. Si eres de los que cocinan mucho y lavan a mano, un fregadero doble puede ser muy práctico. En cambio, si tienes lavavajillas y no necesitas tanto espacio para fregar, uno de un solo seno, pero amplio, puede ser más que suficiente, y además aporta una estética más limpia y moderna.
El escurridor puede venir bien, pero hoy en día existen muchas soluciones móviles que puedes usar cuando lo necesites y guardar cuando no. También influye el tamaño de la cocina: a veces conviene más un fregadero compacto bien colocado que uno grande que entorpezca el flujo de trabajo. Y, sobre todo, que no se deje llevar solo por la estética. El fregadero tiene que estar bien ubicado, ser cómodo y adaptarse a tu rutina.

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P: ¿Te atreverías a adelantarnos alguna tendencia que crees que veremos pronto en el diseño de fregaderos?
Una tendencia que creo que va a ganar mucho terreno es la de los fregaderos totalmente integrados en la encimera, casi invisibles, hechos del mismo material. Es una forma de conseguir cocinas más limpias visualmente, muy minimalistas, donde todo fluye sin interrupciones. También estoy viendo un regreso de los fregaderos grandes, tipo "farmhouse" o de estilo vintage, pero reinterpretados con materiales nuevos como el microcemento o incluso piedras naturales menos pulidas.
Me encanta cómo combinan ese aire tradicional con un punto contemporáneo, son mis favoritos. Y, cómo no, la personalización va a más: fregaderos de colores, formas no tan convencionales, griferías integradas… cada vez hay más opciones para que el fregadero deje de ser "lo de siempre" y se convierta en una pieza especial dentro del diseño de la cocina.
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