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“Yo quería una decoración atemporal, cálida, que no fuera demasiado moderna, aunque tampoco deseaba que fuera muy plano, sino con su punto alegre. No quería ni algo muy sobrio ni muy ñoño. Me gusta el estilo del Empurdà, y deseaba una casa para vivirla, con amigos y con los niños, estar cómodos. Por eso se la encargamos a Meritxell, aunque vamos poco a poco y al detalle. Como familia, apostamos porque la casa fuera prioridad durante una temporada”, añade Ruth.

Familia y trabajo
En casa de... la interiorista Meritxell Ribé