La propietaria de esta casa tenía bastantes recortes, ideas, muebles y espejos que había ido reservando para la casa de sus sueños. Hace unos años, con su familia, pudo comprar esta enorme casa a las afueras de Barcelona, ¡por fin tenía espacio para todo!
Era una villa de los años 50 que ya había vivido una ampliación en los 90, pero pese a esa modernización aún no tenía ese encante rústico que ella quería: la interiorista Natalia Gomez Angelats se encargó de darle alma, plantas y color.
“El lugar donde vivimos es como otra piel, por eso debemos intentar que sea lo más acorde a nosotros posible. Los dueños son muy simpáticos y tenían muchas ganas de esta casa, así que se tiene que notar esa ilusión”, explica la interiorista. A Angelats le encanta que sus clientes se involucren y este fue el ejemplo perfecto.
“Ella ya venía, cosa que a mí me encanta, con mucha información de lo que le gusta: tenía clara la bañera con patas, la gran cocina con frigorífico de dos puertas y la nevera de vinos y, sobre todo, el aire de casita de campo”, comenta la decoradora. La vivienda transmite el encanto rústico que querían, gracias a la profusión de plantas, al suelo de madera de roble lleno de nudos, alternado con la baldosa hidráulica de la cocina y los baños (es distinta, pero parecida en cada uno: el juego está en el cambio) y hasta por su grifería tipo granja. El chic green era esto.
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