CASA EN LA MONTAÑA

Operación pies descalzos

A esta casa de montaña se viene a andar descalzos. A acurrucarse frente la chimenea y no querer salir. A descansar. ¡Qué gustosas son sus texturas!

Carolina González Miranda

Periodista especializada en decoración. Directora adjunta de El Mueble

Actualizado a 30 de octubre de 2018, 15:53

A una casa de montaña vamos para hacer deporte. Correcto. Para disfrutar de sus vistas y descansar. Afirmativo. Pero también a sentir, ¿no? A andar descalzos y reconectar con esa sensación primaria y gustosa que nos transmiten las maderas, el calor de las lanas, a estar acurrucados frente a la chimenea en una infinita siesta invernal... Así se lo plantearon las interioristas de Marina&Co cuando recibieron el encargo para este hogar en la Cerdanya: “Quisimos buscar una sensación natural, que entonara con el paisaje”, nos explica Marina. ¿Cómo lo hicieron?

“La casa tiene un roble natural muy bonito que marca una base muy buena. Apostamos por poner pocos muebles y potenciar las sensaciones jugando con las texturas y tejidos muy naturales”, explican. Así, tiraron de materiales como maderas potentes, lino rústico como el del sofá, con tramas más anchas o más estrechas, o mucha lana para alfombras, cojines, mantas... Perfecto para tocar y sentir, recorrerla sólo con calcetines gorditos. Sí, ¡queremos!

Incluso recurrieron al ¡papel! para las paredes, aunque a simple vista no lo parezca. Envueltos por madera (eso sí, natural, “muy mate, con nada de brillo”), los colores son suaves y la sencillez es abrumadora, porque aquí lo que debe destacar es el paisaje... y lo bien que te sientes rodeado de naturaleza, sobre todo acurrucadito en ese sofá.

La cocina es abierta, parece una caja en un nuevo rústico con maderas y look moderno, y da al salón con una barra para cuando sintamos nostalgia de la cafetería en la montaña. “Para el resto de la casa intentamos dar algunos toques en hierro negro, para ir a juego con esta barra. Por eso pusimos la chimenea, algunos apliques, y con los taburetes reforzamos el punto industrial”.

Si subimos, nos encontramos con la habitación preferida de Marina, la principal: “Este es mi lugar favorito, como una buhardilla. Quisimos darle una imagen muy de cabaña. Las mesas vinieron de Noruega, son muy rústicas, e introdujimos la vaca en las butacas porque a mí en la montaña un toque de vaca siempre me gusta. El resultado es sencillo, de mucha simplicidad, pero muy gustoso y cálido”. A su lado, en suite, el baño abuhardillado con microcemento y madera tiene el mismo suelo que el resto de la casa. Con luz natural y pocos pero armoniosos detalles. Es como una cabaña donde escondernos... andar descalzos y sentir ¿paz? ¿relax? ¡Qué gusto!

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