Este piso es toda una lección de interiorismo contemporánea, que, seguro, de algo te resulta conocido. Apartamento urbano, ubicado en la gran Barcelona, aquí “todo, absolutamente todo, se pensó al milímetro para optimizar al máximo sus 80 metros cuadrados. No hay un hueco desaprovechado”. ¿Te suena?. “¿Ves el espacio entre las baldas de la librería y el muro del salón? Ahí encajamos un pequeño armario de 20 cm”, explica la decoradora Van Castro, de Vivestudio.
Joan Torres, su propietario, va incluso más allá, y afirma que “éste es un piso de milímetros”. ¿Exagerado? Veamos:
Todo empezó (cómo no) con una reforma. Ya en el inicio, fue un auténtico reto: “Lo derrumbamos todo y empezamos de cero. El piso tenía una distribución parcelada que no sacaba partido a sus grandes ventanales. Nuestro objetivo fue ampliar los espacios, llenarlos de luz y crear una atmósfera con un punto nórdico”. Punto nórdico. Buen comienzo para aprovechar, efectivamente, esa magnífica luz que entra por la ventana.
Abrieron la cocina y el salón. “Al principio tenía mis dudas sobre la cocina. Pero durante las obras viví en un apartamento con la cocina abierta y me convenció”, reconoce Joan. También se integró una barra de desayunos, un detalle que aporta ese punto fresco, urbano, casi de paso (o no) a la cocina. “Revestimos el muro con una lámina de hierro porque da un aire más actual a este rincón y, por contraste, resalta las dos lámparas blancas”.
En el salón (como en todos, aunque no siempre lo logremos), el objetivo es el orden. Para ello se recurrió a un mueble a medida que combina ese blanco nórdico que vemos en toda la casa con madera (roble, por cierto, reciclado de antiguas cubas de vino). “El mueble debía ser muy capaz y ligero a la vez: combinamos una zona de cajones para guardar CD con un lateral de estantes abiertos”, cuenta este apasionado de la música.
Todo en este piso está pensado y repensado. Una balda para el menaje diario en la cocina por aquí, cajones a medida diseñados según lo que iban a guardar por allá... Hay detalles que también hablan de la historia personal: Joan enseña la lámpara de pie del salón, “un homenaje a mi novia. Es un diseño del 61, el año en que ella nació”.
Con tanta previsión, el mobiliario parece repetir un mismo diseño. Puertas y cajones blancos, sin tiradores, con la superficie de madera, son el patrón que encontramos en todas las estancias. Y luz. Mucha luz, que, por supuesto, llena de vitalidad. “Un piso integrado, sin estridencias, siempre se ve más grande”, apunta Van. Estos 80 metros lo demuestran.