A su espalda, un abrigo verde de centenarios olivos y sombreados pinos; frente a ella, la serenidad de un azulísimo Mediterráneo: esta casa merecía algo mejor que la discutible estética de finales de los años 70 y su complicada distribución, llena de tabiques que impedían que fluyera este aire tan limpio. A la interiorista Marta Jáudenes, de LF91 Interior Design (firma encargada de este proyecto), le costó ocho meses, pero con una reforma le dio esta preciosa forma a esta guarida marinera en Alcúdia, Mallorca.
La clave fue replicar en la casa, pero sin recargar, elementos que había fuera como la naturalidad de la madera o la claridad del blanco. Apuntes tan veraniegos como las alfombras de sisal o las escaleras de bambú se convirtieron en los complementos perfectos para difuminar las fronteras entre interior y exterior.
La interiorista tomó además decisiones estratégicas, como aprovechar los altísimos techos de los dormitorios, donde imitó detalles de granjas para un toque rústico y dejó estratégicamente algunas paredes a media altura para favorecer la circulación del aire y de la luz. ¿Lo mejor? Resulta que si esta casa te ha gustado tanto como a nosotros, te interesa saber que se ha puesto en venta.