1 /11

1.

Un salón-comedor-cocina más amplio.

El sofá y la mesa de centro son de Iñigo Echave, igual que la butaca y la lámpara de pie. El cuadro es de Jaime Jurado .

2.

Un salón más luminoso.

 Pintaron de blanco y pusieron muebles claritos para potenciar la luz. El espejo es de Taller de Indias. El plaid color crudo es de Becara.

3.

Una cocina unida al comedor.

"Como comedor, quedó la mesa blanca junto a la cocina. Son todo espacios comunicados, con el blanco y la madera como punto de unión", explica Iñigo Echave. El mobiliario de cocina es de Santos Estudio. Las sillas son de Ondarreta y el jarrón es de Sia (en Iñigo Echave).

4.

Espacios separados.

Una gran puerta corredera separa la zona de día de la de noche. La alfombra es de Iñigo Echave. Banco de Vermissen (en Iñigo Echave).

5.

Con puertas correderas para ganar espacio.

La mesilla y la lámpara son de Iñigo Echave. Los cojines son de Blanc D’Ivoire (en Iñigo Echave).

6.

El dormitorio principal.

La cama es de Dolz. El plaid rosa es de Lexington y el plaid beige de lana es de Iñigo Echave (todo en Iñigo Echave).

7.

El dormitorio juvenil.

Cama, armario y mesa son de Iñigo Echave. El papel es de Grupo La Madrid y la silla es de Egoa (todo en Iñigo Echave).

8.

Sin cabeceros.

Las camas nido no suelen llevar cabecero y, para contrarrestar el frío de la pared, pusieron arrimadero, un toque más cálido.

9.

El escritorio.

La mesa, la alfombra y el armario son de Iñigo Echave. La silla es de Vitra (en Iñigo Echave).

10.

Papel pintado para alegrar.

En toda la casa, dominó el blanco roto, salvo en los dormitorios de los hijos, donde el papel pintado puso un toque alegre y juguetón.

11.

La cocina es el corazón de la casa.

Rebeka quería un cambio total, pero lo más importante fue dejar cocina y salón abiertos.

Cocina y comedor son un solo ambiente. Pusieron una mesa blanca que continúa la cocina.

Todo en orden El almacenaje se resolvió con muebles donde todo queda en orden y oculto.

"Yo nací en esta casa, siempre he vivido aquí. Cuando me independicé con mi pareja, buscábamos un piso para comprar. Y por salud de mis padres, ya que el edificio no tiene ascensor, hicimos el cambio. Nos quedamos nosotros aquí y mis padres se mudaron. Así que volví a mi casa de siempre. Estaba a gusto, ¡pero era la casa de mis padres! Mis hijos han crecido, y al fin, después de 12 años, me he animado con la reforma”. Nos lo cuenta Rebeka, seguramente, con una mezcla de emociones. En esta casa está tooodaa su historia, pero como es lógico, necesitaba que cuadrara con la Rebeka que es hoy.

“Le pedí al interiorista Iñigo Echave que todo fuera fluido, tranquilo y armonioso. Y que aunque pasaras de un espacio a otro te sintieras en la misma casa, que no por entrar en la habitación de la niña fuera meterte en Disney”, nos cuenta. Así que Iñigo diseñó una nueva-casa de siempre donde “lo más importante fue dejar la cocina y el salón abierto”.

“Creamos una zona de día, amplia y lo más luminosa posible y otra de noche, y nos servimos de una gran puerta corredera para separar espacios”, explica él. “Tuvimos muchas dudas, pero al final me animé, mi hermana había hecho obra y me dijo 'no te vas a arrepentir porque es aquí donde se hace la vida'. Yo cocino mucho y antes estaba yo en la cocina y los demás en el salón, ¡estaba como castigada!, y además cocinaba mirando a la pared. Dije 'quiero cocinar mirando al comedor', así que esta reforma me encanta. Aunque me costó decidirme, pero dimos con la cocina perfecta”.

Y otro punto clave, cómo no, es la luz: "Para mí era muy importante. La decoración nórdica me gustaba, y por eso el suelo es clarito y las paredes blancas, con muebles en tonos suaves. Al principio tenía locos a los niños: ¡cuidado con las paredes! ¡Quítate los zapatos! Pero me he ido relajando, ja ja ja", apunta una feliz Rebeka en su casa de siempre, eso sí, ahora más suya.