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1.

Entramos en casa de Esther

Esther Martín es una maga del papel y del cartón. Ahora ejerce de perfecta anfitriona y nos abre las puertas de su proyecto más personal, su casa de campo. Durante algo más de un año, Esther buscó una vieja casa de pueblo para transformarla en un lugar cómodo, donde sus hijas disfrutaran de la naturaleza y ella pudiera recibir a sus invitados. Cuando visitó por primera vez esta casa, lo que vio coincidió con lo que había soñado. “Estuvimos tres años de obras –sonríe–. Se me hizo muy largo, pero valió la pena”, explica. 

Banco de Merc & Cía y carrito de hierro de Little Company. Las velas son de Calidallum y los cestos del suelo de Foimpex.

2.

Una bienvenida con mucho encanto

La vivienda había estado cuarenta años abandonada. “Era una masía agrícola con añadidos”, comenta Esther, que supervisó las obras y se ocupó de decorarla y de comprar todos los muebles.

Banco similar en Merc & Cia Alfombra de fibras y cojines de patchwork, en Gra. Coronas de lino de Teresa Estrem.

3.

Una reforma con la que se ganó luz

Esther afrontó la reforma con una filosofía clara: “Quería lograr ambientes luminosos y acogedores, pero me propuse también respetar su larga historia. Si un clavo de la pared no molestaba, pues ahí se quedaba. Quizás está allí desde hace doscientos años...”.

Cojines de Becara y de L’Atelier des Cousines. Manta de India & Pacific. Coronas de flor natural de Blanco Zinc.

4.

Una casa de campo en dos plantas

La planta baja estuvo ocupada por cuadras y almacenes, y hoy es una hospitalaria zona de bienvenida, con entradas desde la calle y el jardín. La primera planta reúne las estancias de día: estar, comedor y cocina. Mientras recorremos las salas, Esther nos muestra fotografías del estado en que estaban cuando las vio por primera vez, y el contraste es impresionante. “Los reyes de la casa eran los murciélagos”, bromea.

Sofás de Merc & Cía, mesa de centro de Becara y consola de Portobello Street. Lámpara de techo de Duch Antigalles.

5.

Navidad bajo la bóveda

El estar, hoy presidido por el árbol de Navidad, se encuentra bajo una elegante bóveda, “que tuvimos que rescatar, pues estaba oculta detrás de añadidos”. Y es que uno de los elementos que se descubrió durante la reforma es la bóveda, de bellas aristas, que da personalidad al salón. “Durante la reforma, visitaba la obra un día a la semana y, paralelamente, iba adquiriendo los muebles, las lámparas, los detalles... Me enamoraba de una pieza y la compraba, aunque no sabía dónde la pondría. Pero luego, de forma misteriosa, todo encajaba por sí solo”, dice. 

6.

Una decoración navideña muy personal

Esther Martín, la propietaria, ha personalizado su casa con detalles y adornos artesanos realizados por ella misma. "Siempre me ha gustado trabajar con las manos, hacer objetos decorativos personales. Y resulta que ahora me dedico a ello en La Cuillère de Sucre y mi tienda, Esther&Martin, especializada en objetos y diseños de papel y cartón. He unido mi afición y mi trabajo", nos cuenta. 

7.

Detalles mágicos hechos a mano

En casa de Esther, la decoración navideña tiene un intenso aroma artesanal, no en vano muchos de los adornos que vemos mientras recorremos las estancias los ha hecho ella en persona. 

Velas de Calidallum. Bolas de Sia y pompones de Teresa Estrem.

8.

Envolver con mucho amor

Incluso los detalles para envolver los regalos son DIY. Un papel de regalo sencillo deja el protagonismo a lazos, cordeles, etiquetas de felicitación o, incluso, fotografías. De hecho es una idea estupenda para que cada uno sepa qué regalo es el suyo. Original, ¿verdad?

Papeles de regalo de La Cuillère de Sucre.

9.

Una Navidad con detalles muy creativos

También los adornos del árbol son creaciones de La Cuillère de Sucre hechas por Esther con su magia del papel y el cartón. También los delicados pajarillos que cuelgan de alguna de sus ramas.  

Casitas de La Cuillère de Sucre.

10.

Comida de Navidad

El comedor, alrededor de una mesa recuperada, se pavimentó con mosaico hidráulico de aire clásico. El resultado roza la línea entre lo clásico y lo vintage, sin dejar de lado los detalles más personales, como los platos colgados en la pared o el papel pintado de delicadas mariposas que decoran la pared. Y ahora en Navidad, el espejo refleja la luz tenue de las velas y nos desvela el menú.

Mesa recuperada en Galería Miquel Alzueta y espejo de herencia. Sillas, en India & Pacific y coronitas de boj de Blanco Zinc.

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Un servicio de mesa que rebosa elegancia

En la mesa, vemos que Esther se ha decantado por lucir la mesa recuperada. Para ello la ha vestido con sencillos y delicados manteles individuales y caminos de mesa. El toque elegante lo pone la cristalería con relieve de porte clásico, así como la vajilla de elegantes motivos florales. 

Individuales de Zara Home. Bajoplato de Becara y vajilla adquirida en El Rastro.

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Con nombre

En la mesa, Esther nos propone una genial idea para marcar los asientos de cada uno de los comensales: cintas de diferentes colores con etiquetas identificativas, una idea elegante y muy fácil de llevar a cabo. 

Cintas de El Corte Inglés, etiquetas de La Cuillère de Sucre y bolas de Proflor.

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Un original centro de mesa

Y es que todo en esta casa de campo decorada por Navidad todo llama la atención. Uno de esos detalles son las jaulas que albergan las velas y acomodadas como centro de mesa.  

En la jaula de Foimpex, arreglo floral de Blanco Zinc. Velas de Calidallum.

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El centro de la casa

El corazón de la casa es esta cocina rústica donde late toda la vida familiar. De hecho, la cocina se organizó en torno a esta mesa, que en Navidad sirve de superficie de trabajo para las dos hijas de Esther, Valentina y Pía, concentradas en la preparación de la masa para hacer galletas. 

Mantel con letras bordadas de Teresa Estrem. Taburete de hierro, de Merc & Cía y mesa tocinera, en Eusebio Carrasco.

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Dulce tentación

Todo en esta casa de campo es handmade, como estas deliciosas galletas personalizadas de Elena Villaescusa. 

Pastelero similar en Coton et Bois.

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El mejor truco para saber dónde está todo

Al fondo, una gran alacena beige hace juego con el verde agua de toda la carpintería de la casa. “La alacena la quise con puertas acristaladas por un motivo práctico. Me gusta tener invitados y que me ayuden en las tareas de la cocina; con las puertas de cristal me ahorro tener que estar indicando dónde está esto y dónde está lo otro”, cuenta Esther con humor. Y delante de la alacena, el antiguo mostrador de una camisería es ahora un aparador para la vajilla. “¡Ah!, y quise que la cocina tuviera un balcón, un capricho muy personal”, remarca.
 

Antiguo mostrador a modo de vajillero, en Merc & Cía. Vitrina de Fusteria Sais.

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Decoración para las ventanas DIY

En casa de Esther, casi toda la decoración navideña está hecha por ella, como las siluetas motivos navideños que decoran la ventana, que ha hecho ella misma para La Cuillère de Sucre.

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Dormitorio principal a dos aguas

En la segunda planta, eel antiguo desván se ha convertido en la zona de descanso, albergando los dormitorios. Este, el principal y con techo abuhardillado a dos aguas, se ha aprovechado el espacio donde se junta el suelo con el techo para hacer los armarios a medida. 

Silla y banco retapizados por Ada Rosa. Mesilla de Cottage Little House y lámpara de techo de Little Company.

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Ideas en la habitación de los niños

En el dormitorio de las niñas, Esther también abrió un balcón. Muy cerca está precisamente el cuarto donde ha instalado su taller, con una mesa de trabajo sobre caballetes, en el que deja volar su imaginación para crear sus piezas artesanas, como las divertidas guirnaldas que decoran la pared, la corona de ramas de la ventana o las bolas de papel que cuelgan del techo. 

Calendario de adviento y casita de zinc de Blaubloom. Lámpara globo de Sleeping Company y alfombra de Gra.

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Combinaciones que triunfan

En el dormitorio de las niñas, triunfan los espampados florales en tonos rosados, que combinan entre sí a la perfección. El cabecero de forja pintado en blanco contrasta con la pared de piedra y los adornos de tela suavizan el efecto. 

Adornos de tela y muñeco de Blaubloom. Edredón, plaid y cojines lisos de Filocolore. El de flores es de Foimpex.

21.

Corona natural en la ventana

El dormitorio infantil se ha decorado también con adornos navideños handmande. Como la corona de aspecto natural, realizada por La Cuillère de Sucre con ramas y papeles con silueta de pájaros y adornos. 

22.

Baño navideño

Incluso en el baño se respira esa atmósfera festiva que llena la Navidad. Y es que, con niños en casa, ninguna estancia puede obviarse. Su estilo clásico, con el lavabo con grifería vintage y la bañera exenta son el marco idóneo para colgar también los adornos.   

Suelo de mosaico hidráulico. Espejo de PortobelloStreet y lavamanos de Cántabra de Franquicias-Comyser.

23.

Una casa personalizada con mimo

De repente, Esther nos sorprende con estas palabras: “Hoy todos se levantaron con granos de azúcar en los labios, pero solo se dieron cuenta los que al despertar se besaron”. Ríe y a continuación nos explica: “Es un cuento breve que me encanta. Es el lema de mi empresa, y el origen de mi pasión coleccionista. Colecciono cucharas de azúcar, unas piezas preciosas que la nobleza francesa del siglo XVIII utilizaba para espolvorear el azúcar sobre los pasteles y dar el toque maestro”. Ese capricho goloso es como el toque final para esta mujer que adora personalizar hasta el último de los detalles de su casa.

Esther Martín es una maga del papel y del cartón. Ahora ejerce de perfecta anfitriona y nos abre las puertas de su proyecto más personal, su casa de campo. Durante algo más de un año Esther buscó una vieja casa de pueblo para transformarla en un lugar cómodo, donde sus hijas disfrutaran de la naturaleza y ella pudiera recibir a sus invitados. Cuando visitó por primera vez esta casa, lo que vio coincidió con lo que había soñado. “Estuvimos tres años de obras –sonríe–. Se me hizo muy largo, pero valió la pena”.

La vivienda había estado cuarenta años abandonada. “Era una masía agrícola con añadidos”, comenta Esther, que supervisó las obras y se ocupó de decorarla y de comprar todos los muebles. “Durante la reforma, visitaba la obra un día a la semana y, paralelamente, iba adquiriendo los muebles, las lámparas, los detalles... Me enamoraba de una pieza y la compraba, aunque no sabía dónde la pondría. Pero luego, de forma misteriosa, todo encajaba por sí solo”. Esther afrontó la reforma con una filosofía clara: “Quería lograr ambientes luminosos y acogedores, pero me propuse también respetar su larga historia. Si un clavo de la pared no molestaba, pues ahí se quedaba. Quizás está allí desde hace doscientos años...”.

La planta baja estuvo ocupada por cuadras y almacenes, y hoy es una hospitalaria zona de bienvenida, con entradas desde la calle y el jardín. La primera planta reúne las estancias de día: estar, comedor y cocina. Mientras recorremos las salas, Esther nos muestra fotografías del estado en que estaban cuando las vio por primera vez, y el contraste es impresionante. “Los reyes de la casa eran los murciélagos”, bromea.

El estar, hoy presidido por el abeto navideño, se encuentra bajo una elegante bóveda, “que tuvimos que rescatar, pues estaba oculta detrás de añadidos”. El comedor, alrededor de una mesa recuperada, se pavimentó con mosaico hidráulico de aire clásico. La cocina se organizó en torno a una mesa, que hoy sirve de superficie de trabajo para las dos hijas de Esther, Valentina y Pía, concentradas en la preparación de la masa para hacer galletas. Al fondo, una gran alacena beige hace juego con el verde agua de toda la carpintería de la casa. “La alacena la quise con puertas acristaladas por un motivo práctico. Me gusta tener invitados y que me ayuden en las tareas de la cocina; con las puertas de cristal me ahorro tener que estar indicando dónde está esto y dónde está lo otro”, cuenta Esther con humor. Delante de la alacena, el antiguo mostrador de una camisería es ahora un aparador para la vajilla. “¡Ah!, y quise que la cocina tuviera un balcón, un capricho muy personal”, remarca.

En casa de Esther, la decoración navideña tiene un intenso aroma artesanal, no en vano muchos de los adornos que vemos mientras recorremos las estancias los ha hecho ella en persona. En la segunda planta, el antiguo desván alberga ahora los dormitorios. En el de las niñas, Esther abrió también un balcón. Muy cerca está precisamente el cuarto donde ha instalado su taller, con una mesa de trabajo sobre caballetes, en el que deja volar su imaginación para crear sus piezas artesanas. “Siempre me ha gustado trabajar con las manos, hacer objetos decorativos personales. Y resulta que ahora me dedico a ello en La Cuillère de Sucre y mi tienda, Esther&Martin, especializada en objetos y diseños de papel y cartón. He unido mi afición y mi trabajo”.

De repente, Esther nos sorprende con estas palabras: “Hoy todos se levantaron con granos de azúcar en los labios, pero solo se dieron cuenta los que al despertar se besaron”. Ríe y a continuación nos explica: “Es un cuento breve que me encanta. Es el lema de mi empresa, y el origen de mi pasión coleccionista. Colecciono cucharas de azúcar, unas piezas preciosas que la nobleza francesa del siglo XVIII utilizaba para espolvorear el azúcar sobre los pasteles y dar el toque maestro”. Ese capricho goloso es como el toque final para esta mujer que adora personalizar hasta el último de los detalles de su casa.