15 cosas de casa que SIEMPRE nos olvidamos de limpiar 😱

Cuando llega el invierno, el aire acondicionado queda relegado al olvido. Craso error, si dejamos que el polvo y la suciedad se acumulen, es probable que el aparato deje de funcionar en el momento en que más lo necesitemos. ¿La clave? Incluirlo dentro de tu rutina de limpieza semanal con la aspiradora, con mucha suavidad y delicadeza.

Para evitar que tu salud se resienta, especialmente si eres alérgica al polvo y a los ácaros, es imprescindible que limpies el colchón. Aprovecha el cambio de sábanas semanal para ventilarlo, sacudirlo y pasarle la aspiradora. Acuérdate también de esperar unos minutos para hacer la cama cada mañana, después de haber ventilado la habitación.

Que te cueste llegar a ellas no significa que no se ensucien. Si no nos crees, prueba a pasar un dedo por encima... ¡Alucinarás! No importa si se trata de una lámpara de araña, de un plafón o de una pantalla de fibras: el polvo está ahí. Así que ya sabes, hazte con un plumero extensible o utiliza uno de los cepillos que vienen con los accesorios de la aspiradora, pero siempre con cuidado de no romper las bombillas.

Qué bonitos son y qué personalidad dan a los ambientes, ¿eh? Lo malo es que, al igual que los espejos, los cuadros y las fotografías también se ensucian y requieren su mantenimiento. Nota mental: además de pasar el trapo por el cristal para dejarlo reluciente, acuérdate de los marcos y del polvo que se esconde en la zona superior.

Lo sabemos, da una pereza terrible, pero si quieres mantener el moho y las bacterias a raya, más te vale limpiar a fondo los azulejos del baño y la cocina (sí, los que están fuera de la ducha o la bañera también). Además de tratarse de una cuestión de higiene, también afecta a la estética. Piensa que con el tiempo, las juntas de los azulejos pueden ennegrecerse debido a la presencia de moho y a la falta de limpieza.

Las que adoramos coleccionar libros en papel somos muy conscientes de su valor, pero protegerlos del polvo es otro cantar... Y no, aunque estén guardados en una vitrina tampoco se libran. Te guste o no, si quieres conservar una biblioteca impoluta, tendrás que sacar tu colección cada cierto tiempo, limpiar las baldas y los estantes, y pasar el trapo (o el plumero) libro por libro antes de volver a colocarlos en su sitio.

La espátula limpiacristales debería ser tu mejor amiga en la limpieza de la ducha. Te permite arrastrar esas gotitas de agua que terminan convirtiéndose en manchas de humedad indeseables, así que lo mejor es utilizarla cada día tanto en la mampara como en los azulejos. Haznos caso, solo te llevará un par de minutos, ¡y es de lo más relajante!

Ah, ¿que no se limpia sola? Pues no, piensa que en cada lavado la ropa va desprendiendo pelos (sobre todo si tienes mascotas) y pelusas, se acumulan bacterias y el filtro acaba lleno de restos de detergente (por no mencionar esos pequeños cachivaches que los niños —y los no tan niños— acostumbran a olvidar en los bolsillos de sus pantalones y chaquetas). ¿La buena noticia? Que mantener la lavadora impecable es más fácil de lo que piensas, y solo necesitas dos productos: vinagre y bicarbonato.

Este punto cobra especial importancia por la época que estamos viviendo, y es que aparte de limpiar el polvo y los ácaros de pomos y tiradores, es muy importante que los desinfectes a diario para asegurarte de que la Covid-19 se queda fuera de casa.

Los enchufes y los interruptores son grandes focos de bacterias, más aún cuando hablamos de espacios como la cocina o el baño. Ojo: para limpiarlos con total seguridad, desconecta la corriente eléctrica antes de nada. Si tienes dificultad para acceder a las esquinas o a los recovecos más pequeños, puedes usar un bastoncillo bañado en alcohol o mojarlo con agua y una gotita de jabón lavaplatos. Sécalos bien para finalizar.

Debería ser lo habitual, pero muchas personas olvidan limpiar la nevera con asiduidad. Se trata del lugar donde guardamos los alimentos, y aunque te cueste creerlo, en él se encuentran bacterias y gérmenes a tutiplén. Un consejo: limpia la nevera cuando esté menos llena, correrás menos riesgo al romper con la cadena de frío de los alimentos.

¿Hay algo más desagradable que un cubo de basura mugriento? Las causas pueden ser múltiples: líquido que se ha vertido por un agujero de la bolsa, restos de comida que rozan la tapa... Para presumir de cubo, desinféctalo una vez por semana. Puedes utilizar el plato de la ducha o la bañera para limpiarlo a fondo con un estropajo y un gel con lejía. Otro consejo: pon doble bolsa para evitar manchas y derrames en medida de lo posible.

Ocultos tras las mesas y los armarios, los cables son un nido de polvo y ácaros. Una vez más, los accesorios de la aspiradora serán tus aliados. Elige un cepillo fino y accesible y acuérdate de limpiarlos cuando estén desconectados. ¿Se han quedado muy negros? Frótalos con un paño húmedo y un poco de jabón, y sécalos bien.