Pocos signos de alarma doméstica son tan incómodos - y tan urgentes - como el mal olor en la cocina o en el baño. El primer impulso suele ser buscar el número de un fontanero, pero en muchos casos, la solución no pasa por una avería compleja ni por una intervención profesional inmediata. Hay una serie de señales y puntos críticos que podemos revisar nosotros mismos antes de levantar el teléfono.

Para conocerlos, hemos hablado con la arquitecta Andrea Arqués, de A Studio, para repasar con ella cuáles son las causas más comunes de los malos olores en estos espacios y que no tienen que ver necesariamente con una fuga o un atasco grave. Existen, de hecho, numerosos elementos arquitectónicos y hábitos domésticos que pueden provocar - o intensificar - este tipo de problemas si no se les presta la atención adecuada.

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Arqués también nos explica qué soluciones de diseño se pueden implementar desde la planificación de una vivienda para prevenir estos episodios, y qué mantenimiento básico podemos hacer para evitarlos sin tener que recurrir cada vez a un profesional. ¡Tomamos nota!

Cocina proyecto de Andrea Arqués
Foto: Claudia Mauriño Arquitectura e Interiorismo: Andrea Arqués - A Studio

PREGUNTA: ¿Cuáles son las causas más frecuentes de los malos olores en cocinas y baños que no requieren intervención inmediata de un fontanero?

Las causas más comunes suelen ser la acumulación de residuos en los sifones o desagües, la falta de uso de ciertas instalaciones (como un baño secundario), o la evaporación del agua en los cierres hidráulicos. También puede influir una mala ventilación o el uso de productos de limpieza inadecuados que alteran el equilibrio del sistema de desagüe. Muchas veces no se trata de un problema grave, sino de mantenimiento y uso cotidiano.

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Baño proyecto Andrea Arqués
Foto: Claudia Mauriño Arquitectura e Interiorismo: Andrea Arqués - A Studio

P: ¿Qué elementos del diseño arquitectónico pueden contribuir a que aparezcan o se intensifiquen esos olores si no se revisan con cierta regularidad?

Una ventilación insuficiente, tanto natural como mecánica, puede favorecer la concentración de olores. También influye el diseño del sistema de evacuación de aguas: si no se ha dimensionado correctamente o no cuenta con ventilaciones primarias y secundarias, puede generar problemas a largo plazo. Otro aspecto es la ubicación de los cuartos húmedos; si no se ha pensado en su conexión eficiente con el resto de instalaciones, pueden aparecer desequilibrios en la red que acaben manifestándose en forma de olores.

 

P: ¿Hay algún punto que se pueda revisar fácilmente en casa antes de llamar al profesional?

Sí, hay varios. Se puede revisar si los sifones tienen agua, sobre todo en baños o cocinas que no se usan frecuentemente (si están secos, pueden dejar pasar olores). También conviene limpiar los desagües con agua caliente y productos suaves, y asegurarse de que las rejillas de ventilación no estén obstruidas. En muchos casos, una revisión sencilla y una limpieza básica resuelven el problema.

Cocina de Andrea Arqués
Foto: Claudia Mauriño Arquitectura e Interiorismo: Andrea Arqués - A Studio

P: ¿Qué soluciones de diseño ayudan a prevenir estos olores desde la planificación de la vivienda?

Desde la arquitectura, una buena ventilación cruzada y la previsión de ventilaciones técnicas adecuadas son claves. También es importante contar con instalaciones bien dimensionadas y accesibles, que faciliten el mantenimiento. En A Studio apostamos por diseños donde los espacios húmedos estén bien conectados a sistemas de extracción y donde se cuide especialmente la calidad del aire interior desde el inicio del proyecto. Pensar estos detalles desde la base evita muchos problemas futuros.


P: ¿Recomendáis alguna revisión periódica o hábito doméstico para evitar estos problemas sin tener que recurrir al fontanero?

Sí, recomendamos poner en uso todos los desagües al menos una vez por semana, incluso los menos utilizados. También es útil verter agua caliente y una pequeña cantidad de vinagre o bicarbonato por los desagües cada cierto tiempo. Mantener los sifones limpios y llenos de agua es clave. Y por supuesto, asegurar que los sistemas de ventilación están funcionando correctamente. Estos hábitos sencillos pueden prevenir gran parte de los problemas relacionados con los olores.

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